Colegas y amigos evocan a quien fue maestro de muchos caricaturistas en México
caló hondo en la personalidad del mexicano y por eso es universal
Su obra es un clásico de la modernidad nacional en espera de una reflexión profunda: Híjar
Miércoles 26 de mayo de 2010, p. 4
Al crear La Familia Burrón, Gabriel Vargas no sólo le puso su firma a una de las historietas más célebres y determinantes de la caricatura en México, sino que también hizo un retrato de toda una época de la ciudad de México, sobre todo de quienes habitaban en sus barrios y vecindades más tradicionales.
Un hombre serio y reservado, pero con un fino sentido del humor. Un creador tímido que no pensaba merecer homenaje alguno por sus monitos
. Así es como recuerdan algunos de sus colegas y amigos a Gabriel Vargas, fallecido este martes a los 95 años de edad. A continuación, algunas de sus impresiones y recuerdos:
Elena Poniatowska, escritora: Gabriel Vargas es el rey de los moneros de México. Nos deja su maravillosa Familia Burrón, que es quizá el primer libro notable de cuentos. Era un hombre de una ecuanimidad extraordinaria, un trabajador como no hay: laboraba creo que 24 horas sobre 24 horas. Se casó con una periodista del Excélsior, que se llama Guadalupe Appendini. Su ingenio tiene todavía una vida extraordinaria, porque todos sabemos quiénes son la Borola y don Jilemón. Supo retratar al mexicano de las clases más necesitadas y además lo hizo con enorme alegría, casi con júbilo, con mucho humor, y con mucho cariño; además, sin hacerle al melodrama nunca. Los pies de la Borola son famosísimos. Mi personaje favorito es ella, siempre me gustó muchísimo; bueno, por ser mujer, pero en general todos los personajes son fabulosos. Es un gran creador de México. En el Museo del Estanquillo hay muchísima obra de él, porque Monsiváis es su fan número uno, lo adoraba, lo veía, le rendía homenaje un día sí y otro también. Me da tristeza su fallecimiento.
Creador de una comedia humana
Eduardo del Río, Rius, caricaturista: A Gabriel Vargas lo traté y lo quise mucho. Fue un maestro para casi todos los historietistas de México. Él murió, pero ahí queda su obra, todo lo que nos dejó en el curso de los años. Para mí fue un modelo a seguir. Estoy muy triste, porque lo aprecié mucho y le debo mucho. Fui niño de vecindad y disfrutaba mucho sus historietas de La Familia Burrón, aunque me gustaban más las primeros trabajos que hizo, como Los Superlocos, donde salía el personaje de Don Jilemón Metralla, ¡era increíble! Era un santo, si hubiera sido católico lo canonizan, porque era un alma de Dios; súper humano y hasta tímido. En vez de dibujante parecía gerente de un banco o abogado. Uno espera de alguien que nos hace reír que sea risueño y dicharachero, pero no: él traía la música por dentro. El trato que tuvimos siempre fue cordial, lo veía casi-casi como mi papá. Lo voy a recordar mucho.
Hugo Gutiérrez Vega, poeta: Gabriel Vargas es el autor de la comedia humana de la capital de la República. Es un gran creador de personajes, especialmente ingenioso en la concepción de sus nombres, y supo reflejar la realidad socioeconómica y cultural de una etapa de la vida de esta complicadísima ciudad, de esta comunidad vecindaria. Borola es un personaje de la picaresca, y Regino un modelo de conformismo y al mismo tiempo de civismo. Todos los demás personajes son, al mismo tiempo, entes de ficción y de la realidad. En ello consiste su grandeza, además de en su magnífica forma de dibujar y en la manera en que reunió a todos estos personajes para crear la comedia humana de la ciudad de México. Fuimos muy buenos amigos, lo conocí muy bien y le dediqué un número especial cuando llegué a la dirección de La Jornada Semanal, con la participación de Carlos Monsivaís y Sergio Pitol, y donde escribí un texto que se llama Oda a Borola Tacuche. Me acuerdo que él se sorprendió mucho y dijo que no se lo merecía, porque sólo hacía monitos
. Lo recuerdo como un hombre serio. Hacía algunas bromitas muy tímidas, todo su ingenio lo ponía en el diseño de sus personajes y sus situaciones. Era un hombre extraordinariamente educado, lleno de amabilidad y sencillez.
Rafael Barajas, El Fisgón, caricaturista: Don Gabriel fue uno de los grandes cronistas del México del siglo XX. La vecindad ya no se concibe sin los personajes que él estableció en una especie de microcosmos muy bien organizado y poblado por personajes fantásticos. Estoy convencido de que Borola es uno de los iconos femeninos más importantes del México del siglo XX. Todos conocemos una Borola o quisiéramos ser una Borola. En el Museo del Estanquillo montamos hace un par de años la exposición De San Garabato al callejón del cuajo, que ahora está viajando por América Latina, y el hecho de que la hayan puesto en varios países habla básicamente de que Gabriel Vargas era un artista que caló hondo en la personalidad del mexicano, y que por tanto llegó a ser universal, un símbolo. Él organizó muchos de los arquetipos del México de hoy. Pienso que era, sobre todo, un cronista magnífico, además de muy buena persona. Tenía buen corazón, buena alma, creo que más no se puede decir.
Rogelio Naranjo, caricaturista: Desgraciadamente nunca conocí a Gabriel Vargas, pero siempre fui un admirador a distancia de su obra de historieta, concretamente de La Familia Burrón. Lo único que puedo decir es que es una pérdida muy grande para la historieta en México; si no el más grande de los dibujantes, sí es en definitiva uno de los más grandes. Para mí es el mayor historietista, tanto por su aceptación a escala popular como por el genio de haber creado a personajes de la antigua vecindad. Hizo todo un retrato de época de las vecindades de México. Yo trabajo el cartón, estoy en un estilo distinto al de Gabriel Vargas, pero eso no me impidió nunca tenerle gran aprecio. Más que en los caricaturistas posteriores, yo creo que influyó mucho en sus contemporáneos. El mismo Andrés Audiffred tiene mucho de Gabriel Vargas, por ejemplo, pero no creo que haya sido una influencia premeditada, más bien era su estilo de dibujo el que marcó toda una época.
Cronista gráfico del siglo XX
Agustín Sánchez, historiador: Es, sin duda, el gran cronista gráfico de la segunda mitad del siglo XX. Al igual que José Guadalupe Posada lo fue en los principios del siglo XX, Gabriel Vargas es quien deja un retrato del México del siglo pasado, aunque su aportación va más allá de la gráfica. Respecto de su contribución al lenguaje, habría que decir que así como en el siglo XIX Luis G. Inclán escribió la novela Astucia, del que muchas personas plantean que allí está el lenguaje mexicano del siglo XX, Gabriel Vargas deja un lenguaje donde recobra la lengua popular, porque sus giros idiomáticos se vuelven parte de la cotidianidad del país. Esa es una contribución aun mayor a su propia obra gráfica. Por otro lado, también cobra relevancia la formación de un innumerable grupo de caricaturistas. Mucha gente no sabe que él no hacía todo; inclusive, hace muchos años él ya no hacía nada, porque tuvo una hemiplejia. Pero formó a muchísimos caricaturistas como Moyssén, quien todavía está en El Sol de México, o Palmira Garza, una de las primeras mujeres caricaturistas. Bueno, su sobrino Guty Vargas, quien fue pilar en todo este proceso de la creación de La Familia Burrón. (Este año, en la colección Círculo de Arte, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, aparecerá un libro sobre el historietista de la autoría de Sánchez.)
Alberto Híjar, investigador de arte: Más que una historieta, La Familia Burrón es una crónica de la vecindad, del trabajo artesanal de un peluquero y de las vicisitudes de su esposa, quien se las tiene que ingeniar para sobrevivir. Esto hace a la obra de Gabriel Vargas un clásico de la modernidad mexicana en espera de una reflexión histórica profunda.
José Luis Cuevas, artista visual: Fue un hombre con enorme talento, historietista que alcanzó una gran popularidad mediante La Familia Burrón, que fue su historieta más conocida, y enriqueció mucho el lenguaje popular. Lo leía cuando era chiquito. Sus historietas fueron las mejores en su tiempo.