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Los triunfos de hoy del presidente colombiano serán su desastre jurídico, prevé Felipe Zuleta

Uribe y Santos saben que entre ganar o perder está la diferencia de ser libres o ir presos: analista

El ex ministro de Defensa no es delfín del mandatario, no ha sido leal y puede entregarlo a la CPI, dice

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Votantes colombianos de la zona de Corinto, en Cauca, se enfrentaron a estrictas revisiones del ejército para poder sufragar en la elección para presidente realizada ayerFoto Reuters
Enviada y especial
Periódico La Jornada
Lunes 31 de mayo de 2010, p. 33

Bogotá, 30 de mayo. La dupla Uribe-Santos, que hoy se levantó con una nítida ventaja sobre todos sus contrincantes en la elección presidencial, tiene el reto de mantener esta tendencia que contradijo todos los pronósticos para la segunda vuelta, el próximo 20 de junio. Y ganar con un margen incuestionable a su desinflado contrincante, el excéntrico doctor Antanas Mockus.

El presidente Álvaro Uribe y el candidato del oficialismo Juan Manuel Santos, con varios procesos judiciales abiertos en su contra, incluso frente a tribunales internacionales, saben que la diferencia entre ganar o perder es estar libres o presos, asegura Felipe Zuleta Lleras, político del Partido Liberal y conocido columnista de El Espectador.

Por eso el oficialismo echó toda la carne al asador en esta primera vuelta. Y va a subir el fuego en la segunda. Ellos tienen a su disposición toda la maquinaria del fraude. Y mañana mismo vamos a ver cómo la echan a andar.

Son muchos los recursos de los que pueden echar mano. Enumera: Pueden cambiar las boletas y entregar a la gente comprada los votos ya marcados; pueden suplantar cédulas (que aquí son el documento de votación); seguro van a amenazar con quitarles a las familias en pobreza los subsidios del gobierno. Y ríos de dinero. No hay un cálculo de cuánto dinero van a movilizar. Pero si un parlamentario se gastó en las elecciones legislativas de marzo cinco mil millones para comprar votos y hacerse elegir, podríamos estar hablando hasta de 40 mil millones de pesos (200 millones de dólares) en la presidencial.

Anticipa que a Juan Manuel Santos, en caso de llegar a la presidencia, el tiempo se le va a ir en ir tapando las porquerías de los ocho años de uribismo. Y se va a enfrentar a la justicia penal internacional. No quepa la menor duda.

Ex candidato liberal al senado y ex director del Instituto de Radio Televisión de Colombia, Zuleta ha armado una frase que gusta repetir: Colombia no necesita demonios porque tiene a los Santos. La dice y se ríe, llamando la atención de las mesas vecinas en un pequeño café de la zona de El Nogal, de edificios de departamentos de familias muy bien acomodadas. Hasta hace poco, su sola presencia en un sitio así hubiera provocado gestos torcidos e incluso insultos. Hoy se le tolera.

El analista se ha mantenido constantemente en la plaza pública con una crítica implacable por las atrocidades cometidas bajo la estrategia de la seguridad democrática de Uribe. Pero también por sus críticas a las FARC, al grado de que en 2002 fue declarado objetivo militar de la guerrilla por haber denunciado que la fuerza rebelde que encabezaba Manuel Marulanda Tirofijo aprovechó la zona de despeje de San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá, en el sur del país, en pleno periodo de negociaciones con el gobierno de Andrés Pastrana, para ocultar ahí a centenares de civiles secuestrados. La amenaza de las FARC lo obligó a exiliarse en Vancouver, de donde regresó hace dos años.

Lo dejará colgado de la brocha, apuesta

Pero si para Santos un probable futuro triunfo puede ponerlo a salvo de la cárcel, para el mandatario saliente las cosas no están seguras. En opinión de Zuleta, los triunfos de Uribe hoy van a ser sus desastres mañana en materia jurídica.

–¿No lo protege el triunfo de su delfín?

–Yo no creo que sea su delfín. Vas a ver cómo después del 7 de agosto (cuando salga de la Casa de Nariño) vamos a saber mucho más de su política mafiosa. Te confieso que he llegado a pensar en votar por Santos porque es la garantía de que Uribe se va preso.

–¿En serio?

–Bueno, no (se ríe). Pero aquí hay una variante muy peligrosa para los dos. En la Corte Penal Internacional ya están las denuncias de las madres de los muchachos asesinados en Soacha por militares y presentados como bajas del ejército, los falsos positivos. El caso ya entró. Y si Santos, ya como presidente, tiene que enfrentar un proceso ante la CPI y se ve en la disyuntiva de decidir entre él y Uribe, entrega a Uribe. Y Uribe lo sabe.

–¿Entonces cómo lo eligió candidato por el Partido de la U?

–Acuérdate que él no era su candidato; era Andrés Felipe Arias (su ex ministro de Agricultura, del Partido Conservador, y que perdió la nominación ante la ex canciller Noemí Sanín).

“Pero Uribe no confía en Santos. Qué tan desleal es Santos que cuando murió Marulanda (hace exactamente dos años) fue a informarle primero a la prensa, no a su presidente. Se apropió de esa noticia, como se apropió de la Operación Jaque (el novelesco rescate de Ingrid Betancourt en julio de 2008). Y calla frente a los falsos positivos, excepto cuando le toca hablar. Digamos que tiene una mente bastante selectiva.”

Si Santos se encumbra en el poder, tendrá abiertos ante la Corte Penal cuatro procesos judiciales, recuerda Zuleta. En primer lugar, el de los falsos positivos. “La gente de Santos ya tiene contratado un cártel de abogados –son 12 ligados a la ultraderecha– para poner trabas al proceso para que no se haga justicia”, asegura. El escándalo, pese al resultado electoral que lo favorece y le allana el camino a la presidencia, ya es imparable. Basta consultar en YouTube dos documentales recientes sobre esta atrocidad que se cometió bajo el mando del propio Santos: La pobreza es un crimen que se paga con la muerte, realizado por el propio Zuleta para el Canal I de televisión y Falsos positivos, crímenes verdaderos, de Telesur.

–¿Qué otros procesos del Estatuto de Roma tiene pendientes Colombia?

–Uno contra Uribe, por haber permitido la extradición a Estados Unidos de los comandantes paramilitares porque hubo denegación de justicia. Uribe, acorralado, decidió extraditarlos para sacar del país la verdad de 25 mil ejecutados.

Otro, las ligas entre políticos del oficialismo y paramilitares que se ven reflejados en las 70 sentencias de la Suprema Corte, en especial las últimas cuatro, en las que la Corte ya no condena a los parapolíticos por haber hecho pactos, sino directamente por ser paramilitares. Eso significa traer a la jurisprudencia colombiana las normas del Estatuto de Roma. Esto es bien peligroso para los magistrados, un grupo pequeño de ciudadanos tratando de parar toda esta ola criminal de los últimos años. Y por último la CPI va a juzgar el tema de las masacres de las FARC.

Con Venezuela no habrá mejoría

–¿Cómo ve a Santos frente a América Latina?

–Para empezar, a pesar de lo importante que es para los colombianos tener una buena vecindad con Venezuela, Santos no va a mejorar las relaciones con Chávez. Le tiene un odio profundo al presidente Hugo Chávez. Con Ecuador igual. Rafael Correa lo va a demandar por el crimen que cometió en 2008 en La Angostura (el bombardeo en el que murieron una veintena de personas, entre ellas el número dos de las FARC, Raúl Reyes, y cuatro mexicanos). Éso fue un crimen, digan lo que digan.

Frente al resto del continente, no hay que olvidar que Santos es, lisa y llanamente, de extrema derecha y todo lo que le huela a izquierda lo desprecia profundamente. Además, él se siente de mejor familia que cualquier otro líder latinoamericano.