areciera estar muy lejos la elección federal del 7/12 que será histórica, pero no, está a la vuelta; sin embargo, las personas y organizaciones contrincantes todavía no dan muestras de estarse preparando, pero las fuerzas del mal sí. Los partidos han olvidado lo que debiera ser un debatir interminable sobre sus principios y valores, que siendo dogmáticos, están siendo sordamente negociados por todos. Han logrado la vergonzosa mixtura increíble del agua y el aceite. ¡Viva la praxis sobre los principios, el hoy sobre la historia!
Por su parte Calderón solitario se prepara anímicamente para alcanzar su meta existencial, que es no entregar Los Pinos al PRI. Lo demostró y anunció con palabras y hechos en la asamblea nacional de su partido. No vive para otra cosa, es su precepto divino, todo lo demás no cuenta. Pero como el arte de gobernar no se le da, está acudiendo a lo que tanto demonizaba desde la oposición: la guerra sin escrúpulo ni cuartel. De esta manera su cuadrilla de inteligencia, está día a día enriqueciendo sendos legajos de los pecados de sus más visibles enemigos, entre ellos, por supuesto, el primero es Peña Nieto, que vaya que ofrece tela de donde cortar. Ya llegará el momento de deshojar su margarita.
Sin embargo, pareciera que ni su gobierno ni el partido en el poder han advertido que no sólo hay que vencer hoy al enemigo electoral. Para que ello sea posible, y para que se dé un 7/12 feliz, antes hay que neutralizar al enemigo voraz que es el crimen organizado, seria amenaza para el contexto inexcusable para las campañas y la propia elección, ineludible responsabilidad política y jurídica de todo gobierno.
Esas fuerzas negras, dicho con ironía, pero con absoluta justeza, sí son el crimen organizado. Estas organizaciones que hoy tienen al gobierno contra la pared, que son dueñas de los centros neurálgicos, del 50 por ciento del territorio nacional y que ya han generado un clima nacional de rechazo al panismo, tienen planes más lógicos y ambiciosos. Los presuntos votantes podrían mayoritariamente tal vez no ejercer su derecho en favor de sus candidatos, mas esto no es la meta de ese crimen.
La meta del narco es adueñarse del país, adueñarse por medio del terrorismo, que es la inseguridad que vivimos, y que hasta hoy no se ha expresado aún con voladuras. Se inclina por crímenes políticos, como la desaparición forzada de Diego Fernández de Ceballos y por algo de mayor peso aún, la apropiación de la sociedad por dos vías: el reclutamiento de conciencias y el ataque frontal y violento a todo vestigio de gobernabilidad y estabilidad. Pésimo augurio para la elección deseable.
Hoy la sociedad está justamente asustada, amedrentada. El gobierno prisionero, el Ejército en retirada, sus generales ya cansados, sin convencimiento, reacios a arriesgar el pellejo. Muertos y más muertos, candidatos y sus familias asesinados o renunciantes, la policía a cada paso con peores señas de corrupción, de infiltración y de insuficiencia y para más, también se niega ya, como ciertos periodistas, a cumplir misiones riesgosas. Así, ni en sueños existe quien pueda cumplir con un deber que será ya tardíamente concebido y asignado, como tardío será ya el despertar del gobierno ante esta amenaza.
El crimen no está así, goza de cabal salud, como lo ha demostrado la entrevista de Julio Scherer al Mayo Zambada y hasta el momento, la desaparición forzada de Diego y lo que venga después. El crimen goza de cabal salud, sí, pues tiene todo el dinero imaginable y dispone de una marea de inclusión social que está dispuesta a lo que sea por la expectativa de unos pocos o muchos miles de pesos. En esta marea social están ya reclutados políticos, militares y policías de poca monta, pero quién sabe qué más o hasta dónde llegue la infestación.
Las posibilidades de la estrategia criminal son múltiples y todas con un mismo fin: hacerse del Estado, entendiendo por ello dominar los resortes que motivan el comportamiento social, al poder político, económico, resuelven sobre su territorio y su soberanía. Para avanzar en todo lo que ya tiene y, aunque sus logros fueran parciales, una elección nacional es el momento perfecto. Él no se rige por trienios o sexenios, su vigencia o permanencia, su dirección y progreso están asegurados. Ésta es la verdad hoy.
El primero de sus esfuerzos se encaminará a influir de la manera que decida en la elección del 7/12 por estados o por regiones. Condicionará la elección a sus intereses, la penetrará, la orientará e inducirá, la estorbará y hasta podría lograr alguna declaración local de invalidez. Para ellos esto abre una gama de tácticas y de discernimientos por región muy específicos, los que de su parte demandan lo que han demostrado tener, iniciativa, inteligencia, perspicacia, arrojo. Así actuarán, están preparándolo, han manifestado que saben hacerlo. Hoy como muestra, ya le parece posible al gobierno que obstaculicen el censo 2010 en algunos sitios.
Según Calderón, él y sus legiones están ya en guerra. Pudiera ser una guerra limitada, de baja intensidad, de guerrillas, guerrilla urbana, o como se quiera. Habiendo guerra, el crimen actuará lógicamente con estrategia militar. Ya domina los cuatro factores de la guerra: el humano, el territorial, el económico y el material. Disfruta de la concepción de operaciones y del ejercicio del mando, de una acción francamente ofensiva, aplicará la libre elección de objetivos, la sorpresa, la sencillez de las operaciones, su seguridad, empleará la fuerza exactamente en el lugar, magnitud e intensidad necesarios para alcanzar sus fines.
Contrasta tan presumible aptitud con la multiplicidad de mandos, la confusión de órdenes y constantes traspiés que se evidencian en el oficialismo. ¿Cómo amaneceremos el lunes 2 de julio de 2012, al otro día de la elección? Esa es no sólo la gran incógnita. ¿Cómo y con qué consecuencias?, aún no se hace una estimación, en consecuencia, no se sabe o no se quiere saber. ¿Habría un colapso político y social, un fin del régimen? Poca cosa.