En México se vive desde hace décadas una ficción en el cumplimiento del calendario escolar, aseguró César Navarro, experto en el sistema educativo nacional. Destacó que con la firma del Acuerdo Nacional por la Modernización de la Educación Básica en 1992 comenzó un proceso de burocratización de las jornadas escolares que favoreció, en los hechos, que se acortarán las clases.

Desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, indicó, la Secretaría de Educación Pública (SEP) impuso un calendario cada vez más largo en el papel, pero más corto en la práctica diaria de las aulas, pues señaló que desde hace varios años se adelantan las calificaciones finales de los alumnos de primaria y secundaria, que acuden durante casi un mes a la escuela sin tener nada que hacer.

Los ajustes al calendario oficial en los centros escolares de todo el país, explicó, llegaron al extremo de incluir la disposición de los 200 días obligatorios en la Ley General de Educación, misma que fue ratificada por el ex presidente Vicente Fox Quesada, al suscribir en 2003 el Compromiso por la Calidad de la Educación. Sin embargo, esto no impidió la aplicación de toda una ingeniería de planeación educativa para aplicar más puentes y suspensión de actividades docentes por periodos más prolongados.

En los hechos, insistió, vivimos una verdadera irrealidad en el cumplimiento de los 200 días obligatorios establecidos en el calendario escolar. Es contradictorio que, por un lado, se establezca como norma un mínimo de 200 jornadas escolares, pero en la práctica se reducen sensiblemente.

Profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) señalaron que desde hace varios años es una práctica común que los directores de escuelas primarias y secundarias soliciten de forma anticipada la entrega de calificaciones del quinto bimestre y el promedio final del alumno. Esto nos obliga a trabajar a marchas forzadas para entregar a tiempo toda la documentación, para luego no tener nada que hacer en el salón de clases.

José Manuel Cisneros, profesor de secundaria en el Distrito Federal, con más de 40 años de servicio docente, señaló que a partir de este 15 de junio, sólo vamos a pastorear a los alumnos. No queda nada por hacer en materia curricular y los jóvenes lo saben.

Destacó que la SEP impone un calendario de 200 días, pero al mismo tiempo favorece la aplicación de puentes y jornadas destinadas a distintos festejos en las escuelas, a lo que se suman actividades no programadas en la planeación escolar anual, que interrumpen el ritmo de trabajo escolar de los estudiantes.

Los profesores frente a grupo, indicó, enfrentan un doble reto. Hacer más en menos tiempo, pero también garantizar que los estudiantes participen, antes de concluir el curso, en actividades culturales o deportivas, pues saben que ya no tiene valor curricular y son pocos los que muestran interés. La mayoría simplemente considera que es una forma de matar el tiempo, hasta en tanto se da el cierre oficial del ciclo escolar.