n varios países de Europa se están aplicando medidas conforme a lo que era línea oficial del Fondo Monetario Internacional (FMI) hace una, dos o tres décadas. Primera condición: equilibrio fiscal y poca inversión para lograrlo. En algunos casos, además, se privatizan áreas. Me llamó la atención que por lo menos en un caso la posible reducción del gasto del sector público abarcaría a los ferrocarriles.
Estas medidas habían quedado, por lo menos, en un segundo plano, para salir de la crisis. El aumento de la inversión, y en varios países el impulso al mercado interno; y el control del sector financiero, que sigue en un primer plano, por ejemplo, en Estados Unidos. Países de Europa occidental ahora toman medidas que han causado protestas y medidas masivas de los sectores afectados. Y estas medidas reducen el mercado interno.
En el caso de México, el discurso sigue en un primer plano. Si bien se empieza a recuperar el producto interno bruto, debido sobre todo a algunas exportaciones, el desempleo sigue en su apogeo y el mercado interno apenas ahí anda. Si en Estados Unidos se plantea un impuesto al petróleo y a las empresas dedicadas al mismo, aquí se quiere aumentar otra vez los impuestos a los amolados, que ya lo padecieron con el aumento anual, por ejemplo con el IVA de 16 por ciento.
Tanto en los mencionados países europeos como en México, entre las posibles fuentes de ingresos que no causan daño a la economía ni a la población están los impuestos a la fabricación de bienes nocivos, o por lo menos que no son necesarios. Así como en varios países se han gravado el tabaco y/o el alcohol, también están la comida chatarra, los alimentos que causan enfermedades graves (con grasas saturadas), artículos y servicios de lujo. Para reducir el gasto público, está la reducción de la burocracia y de los ingresos de los altos funcionarios; considerar las diferentes formas de corrupción como delitos graves, lo mismo que los daños a bienes de la nación por funcionarios.
Hay ejemplos que muestran que sí hay caminos de salida de la crisis. Empezamos por el caso de China, que ha sido muy discutido. Ese país resultó muy afectado en sus exportaciones por la crisis en los principales compradores de sus productos. En 2008 muchas empresas pequeñas y medianas de la franja costera, de donde proviene la mayor parte de las exportaciones, quebraron. Millones de trabajadores quedaron sin trabajo. Para febrero de 2009, se estimaba en 20 millones el número de personas, originarias del interior del país, que habían regresado a sus lugares de origen desde la franja costera.
El gobierno chino lanzó una enorme inversión destinada a estimular el desarrollo económico, reducir el desempleo e impulsar el mercado interno. El monto aprobado en noviembre de 2008 fue equivalente a 586 mil millones de dólares. Uno de los sectores importantes en este programa fue el ferroviario. No sólo se trataba de mejorar el transporte de carga y de pasajeros. Este sector tiene un efecto importante en el mercado interno, lo cual iría compensando la baja en las exportaciones. Requiere concreto y otros materiales de construcción para vías y estaciones. También los rieles mismos, que a su vez son uno de los elementos de este programa que consumen grandes cantidades de acero. La modernización no sólo incluye el aumento en la velocidad, los ferrocarriles de alta velocidad, sino vías dobles y electrificación de trenes.
Se estima que este proyecto crea 6 millones de puestos de trabajo, directa e indirectamente. Se usarán 20 millones de toneladas de acero y 130 millones de toneladas de cemento. Sólo en el ferrocarril de alta velocidad de Pekín a Shanghai, a principios de 2009 estaban empleados en la obra 600 mil trabajadores.
Las metas antes existentes fueron elevadas considerablemente. De un objetivo de pasar de 78 mil kilómetros de vías en 2007 a 100 mil en 2020, la nueva meta es de 120 mil kilómetros en este último año. También el número de equipos y su calidad. De estos kilómetros de vía, 18 mil serán para trenes de alta velocidad.
El resultado de estas y otras inversiones es claro. En el primer trimestre de 2010, el producto nacional bruto (PNB) aumentó, anualmente, en 11.9 por ciento. Uno de los elementos que permitieron este resultado fue el enorme peso del sector estatal en China, del sector público, que tuvo los recursos. También, obvio, que no hubo gobernantes que desplumaran
a elementos importantes de ese sector como se hizo aquí con Pemex.
No es el único caso. Con diferencias de un país a otro, pero con un peso importante del gobierno y del sector público, en Brasil el aumento del PNB en el mismo primer trimestre fue de 9 por ciento anualizado, y en India, de 8.6 por ciento. Sin problemas como los de algunos países europeos, ya no digamos los nuestros.
Claro, no faltan tecnócratas que se preocupan
por la posible inflación en uno u otro de estos países con mayor crecimiento. Cuando en China se consideró que el aumento de precios debía ser contenido, como prioridad, frenaron el dinero para créditos, por ejemplo para comprar coches. Pero la prioridad sigue siendo la recuperación de la economía, la revitalización del mercado interno y la reducción del desempleo.
Con lo que hemos planteado queda claro por qué me llamó la atención que en algún o algunos recortes
del presupuesto en Europa puedan estar los ferrocarriles. Si la inversión en esta rama tiene un efecto multiplicador de la economía, lo contrario sucede cuando se le quitan recursos. Y en México, los funcionarios ni siquiera piensan en el asunto. Sus antecesores los privatizaron, por lo mismo no hay ahí inversión pública, y las empresas privadas ven a los ferrocarriles como un negocio más.