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Sorprende el nivel de brutalidad durante combates: Cruz Roja

Inicia el ejército de Kirguistán el desarme en frontera con Uzbekistán
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Un uzbeko que retornó a la ciudad de Osh observa lo que queda de casas destruidas en choques con miembros de la comunidad kirguisaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 17 de junio de 2010, p. 23

Moscú, 16 de junio. Salvo aislados hechos de violencia, la mayoría de madrugada, Kirguistán vivió este miércoles su segunda jornada de frágil tregua, apuntalada por el ejército leal al gobierno provisional que comenzó a desarmar a las partes enfrentadas, con el asentimiento de los líderes locales de las comunidades kirguisa y uzbeka.

Las autoridades interinas de ese país, considerado el más pobre de Asia central, decretaron tres días de duelo nacional en memoria de las víctimas mortales que dejaron como cruento saldo los enfrentamientos interétnicos que, tras ataques indiscriminados que se atribuyen a mercenarios al servicio del depuesto presidente Kurmanbek Bakiyev, estallaron la noche del viernes anterior.

Nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas murieron en las regiones de Osh y Dzhalal-Abad, epicentro de los choques entre kirguisos y uzbekos. La cifra oficial se reconoce muy por debajo de la realidad y hay factores, como la tradición musulmana de enterrar a los difuntos de inmediato, que impiden conocer el número exacto de fallecimientos.

Sin embargo, cada día surgen nuevos testimonios que explican el éxodo de habitantes de origen uzbeko, una auténtica catástrofe humanitaria con ya más de 300 mil desplazados, mujeres y niños sobre todo, entre los que lograron refugiarse en Uzbekistán y los que abandonaron sus casas y siguen todavía en Kirguistán.

Las declaraciones de víctimas o testigos que empiezan a recabar las organizaciones internacionales que operan en la zona perfilan un desgarrador panorama de agravios recíprocos con mujeres violadas, casas quemadas, coches destrozados y saqueos a comercios.

Sorprende el nivel de brutalidad, quiero decir, el deseo de hacer daño y matar, es algo que nos parece muy preocupante, dijo a la BBC británica Pascale Meige Wagner, jefa de operaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para Asia central.

Desde la ciudad de Osh, la representante del CICR para Kirguistán, Severina Chappaz, tras visitar lugares inalcanzables hasta que comenzó la relativa calma de las últimas 48 horas, confirmó a los medios lo que era previsible a partir de la información disponible: La crisis (humanitaria) es inmensa.

Del otro lado de la frontera, que sigue cerrada, en la región uzbeka de Andizhán se instalaron los primeros 75 campamentos para los 83 mil refugiados, que empiezan a recibir ayuda humanitaria de la comunidad internacional.

El secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, tras sostener una conversación telefónica con la jefa del gobierno interino kirguiso, Rosa Otunbayeva, envió a la región a un representante especial, Miroslav Jenca, quien tiene el encargo de coordinar las operaciones de ayuda de varias agencias del organismo mundial.

Rusia y Estados Unidos, que mantienen sendas bases militares en Kirguistán, están muy pendientes de cómo evoluciona la situación ahí y, según se desprende de filtraciones interesadas, alcanzaron el tácito entendimiento de no intervenir militarmente de modo unilateral.

Hasta que se lleve a cabo el referendo constitucional que legitime al gobierno provisional de Kirguistán, convocado para el 27 de junio, Moscú y Washington parecen decididos a no mandar tropas, aunque sí van a prestar amplia asistencia financiera y técnica (asesores, equipos, información clasificada, etcétera) a las autoridades de Bishkek, en la medida, claro, que les sigan dando facilidades para operar sus bases militares.