Lo principal, acabar con la corrupción y humanizar las prisiones, sostiene
fracasó; urge una reforma integral, afirma la CEM
Se envía a la cárcel a personas que ni siquiera deberían poner un pie ahí: Arellano Aguilar
Domingo 20 de junio de 2010, p. 23
El sistema penitenciario nacional fracasó
, aseguró Pedro Arellano Aguilar, secretario nacional de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). Sostuvo que por eso, ahora, en lugar de ser parte de la solución al clima de inseguridad y violencia, es parte del problema.
Entrevistado al concluir el 32 Encuentro Nacional de Pastoral Penitenciaria, Arellano precisó que entre las conclusiones de la reunión está el llamado que hace la Iglesia católica a reconocer el naufragio del sistema carcelario nacional para emprender una reforma integral.
La reforma debe acabar con la corrupción, humanizar las prisiones, buscar alternativas a las penas de reclusión, capacitar a quienes se pone al frente de esos lugares y asumir verdaderamente el control de éstos
, porque en la actualidad tienen autogobiernos encabezados por bandas delincuenciales, ya que las autoridades están desbordadas y sólo son administradoras de la corrupción: no gobiernan, sólo reciben dádivas, van tras su cuota
.
Señaló que si se quiere terminar con la reproducción de la violencia y el crimen, es fundamental la reforma, debido a que los reclusorios, además de estar invadidos por la corrupción, el hacinamiento y la venta de droga, se han convertido en universidades del crimen porque se mezcla a los infractores. Por eso no es raro que quien entra por robo menor salga convertido en secuestrador o narcotraficante
.
Indicó que ante estas circunstancias las cárceles mexicanas son indignas
y no readaptan a los reos, además de que operan como catalizadoras del crimen organizado y espacios de fomento de la drogadicción y pérdida de valores morales y religiosos.
Arellano, quien durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, fue director de ejecuciones y sanciones penales, instancia que tenía a su cargo las preliberaciones, estimó que la ocurrencia de enfrentamientos y motines tiene como origen la corrupción y el desgobierno
que impera en las cárceles; en suma el fracaso
del modelo.
El sistema penitenciario ya murió, hay que modificarlo, no podemos resucitar a un muerto. México fue gloria del penitenciarismo, pero se apoderaron del sistema tecnócratas y pillos que lo llevaron a la muerte.
Precisó que la Iglesia católica ha tratado de incidir en un cambio, pero la falta de voluntad política
frena cualquier intento. Lamentó que a pesar del hacinamiento –cercano a 150 por ciento– se siga enviando a la cárcel a personas que no deberían ni siquiera pisarla si hubiese un discernimiento de por qué se delinque y en qué gravedad. Consideró que para delitos menores se deberían fijar penas alternativas.
Detalló que en el caso de los adictos que cometen delitos menores para comprar drogas, en lugar de enviarlos a la cárcel se debería canalizarlos a granjas de desintoxicación
, ya que al recluirlos aumentan su dependencia porque hay más droga circulando y es más barata que afuera
.
Precisó que en el país hay 3 mil agentes de pastoral penitenciaria y señaló que una alternativa a la prisión es la utilización de brazaletes electrónicos, con los que portan a escala global dos millones de personas
.