Opinión
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México SA

Revivir promesas en tiempos electorales

Que siempre no en 2014; será en 2011

CFE: cobros con la cuchara grande

M

uy contento estaba el Felipillo promete que te promete en plena campaña electoral de 2006: la economía crecerá 5 por ciento anual, seré el presidente del empleo, reduciré los impuestos, abatiré las tarifas de la energía eléctrica, los mexicanos vivirán mejor y así por el estilo. Quince millones de incautos –siempre según las cifras del haiga sido como haiga sido– cayeron en el garlito, porque ya sentado en Los Pinos procedió exactamente en sentido contrario de lo ofrecido en aquellos dorados tiempos.

Entre sus compromisos de campaña, el 4 de abril de 2006 Felipe Calderón cacareó el siguiente: “yo propongo que se elimine el impuesto sobre tenencia y uso vehicular, y que en todo caso quede a competencia de los estados ver qué otro impuesto determinan… Estoy decidido a ganar, y esto no es un intercambio de flores; conozco la perversidad de mis adversarios, conozco las mañas que tienen, la capacidad de engaño a la gente, de mentira, y precisamente por eso, amigos, tengan la seguridad que tienen un candidato que no se va a dejar, que está al tú por tú con ellos y que les voy a ganar”.

Así es: conocía la perversidad, las mañas y el engaño de sus adversarios, pero no reconocía las propias, porque el 20 de junio de 2007, ya instalado en Los Pinos, anunció que sí, que sí proponía eliminar la tenencia vehicular, pero a partir del primer día de 2014, es decir, dos años después de concluida su administración sexenal, o si se prefiere en el primer bienio del nuevo inquilino de Los Pinos. Más allá del obvio incumplimiento (como tantos otros) de la promesa de campaña, Calderón eliminaba el gravamen de mentiritas, puesto que, decía entonces, se trata de que los estados puedan establecer su propio impuesto de tenencia vehicular, con sus propias características, para que controlen aspectos relacionados con la seguridad pública, y la decisión se haría efectiva en la fecha citada para que los estados no sufran un impacto inmediato en sus haciendas públicas. Maravilloso: la desaparezco yo, para que la cobren ustedes. Lo mejor del caso es que el Felipillo achacaba a sus adversarios perversidad, mañas y engaño.

El mensaje fue más claro que el agua: si saben contar, pues no cuenten conmigo, en eso de la tenencia y tantos otros compromisos incumplidos. Hasta allí llegó el inquilino de Los Pinos: que se jodan en la mía y que se hagan bolas con la próxima administración sexenal. Y punto. Pero, ¡oh!, sorpresa, las vueltas que da la fétida rueda de la política mexicana. Fracaso tras fracaso y a escasas dos semanas de los comicios en 12 estados de la República (con igual número de gubernaturas en juego y de las que, en el mejor de los casos el PAN se quedaría con una), el desesperado Felipillo fue a consultar su grueso inventario de promesas de campaña (incumplidas prácticamente todas) y revivió –con fines meramente electorales– aquella de eliminar la tenencia. Así, apresuradamente firmó ayer un decreto para que la eliminación de la tenencia no fuera el primero de enero de 2014, sino el 31 de diciembre de 2011, cuando el impuesto federal de la tenencia por el uso de automóviles quede derogado en definitiva.

Para anunciar lo anterior organizó una presentación en Los Pinos, con el boato de rigor, que bautizó de apoyo a la industria automotriz, aunque en el discurso dijo que era un “paquete de acciones a fin de apoyar a las familias mexicanas… que quieran adquirir un auto y, sobre todo, impulsar la recuperación de la industria automotriz nacional, uno de los sectores más importantes de nuestra economía”. Por lo anterior, según dijo, decidió “instrumentar medidas concretas muy importantes: la primera (de ellas) está encaminada a la eliminación gradual de la tenencia de automóviles, comenzando ahora por la tenencia en la adquisición de vehículos nuevos (sólo vehículos nuevos). En concreto. Vamos a apoyar a quienes compren un auto nuevo, con el pago de su tenencia a cuenta del gobierno federal… Con ese fin, acabo de firmar un decreto mediante el cual el gobierno federal habrá de cubrir el pago de la tenencia para automóviles nuevos, hasta por un valor de 250 mil pesos, adquiridos por personas físicas. Esta medida tiene la finalidad de estimular la recuperación en la venta de autos nuevos dentro del país”.

Y otra vez la maña: es importante señalar que desde 2007, en el marco de la reforma hacendaria por los que menos tienen, el Ejecutivo federal a mi cargo propuso abrogar el impuesto federal de la tenencia. Como resultado del debate legislativo y del diálogo respetuoso con las señoras y señores gobernadores de las entidades de la República, se acordó que la fecha para que dicho impuesto quedara definitivamente eliminado sería el 31 de diciembre de 2011 y así será. Pero no, no fue ese el acuerdo. Descaradamente olvidó mencionar que la fecha original, la públicamente divulgada, fue primero de enero de 2014, dos años después de haber dejado Los Pinos, pero el triste (para él) panorama electoral lo lleva a rascar entre el inventario de promesas, para ver si es chicle y pega. De cualquier suerte no se cancela la posibilidad de que los estados de la República cobren la multicitada tenencia (por cierto, en 12 de ellos se elegirán gobernadores).

Y mientras el Felipillo revive a la industria automotriz que opera en México, utilizando para ello las promesas que en campaña hizo a los electores, no a las trasnacionales del ramo, el Inegi informó que en mayo pasado la tasa oficial de desocupación abierta en el país fue de 5.13 por ciento de la población económicamente activa, o lo que es lo mismo 2 millones 484 mil mexicanos en tan deplorable situación. En igual mes de 2009, dicho indicador se ubicó en 5.31 por ciento. Las cifras desestacionalizadas muestran que en el quinto mes de 2010 la TD alcanzó 5.68 por ciento de la PEA, nivel superior al del mes previo (5.54 por ciento). En las 32 principales áreas urbanas de la República la tasa de desocupación fue de 6.13 por ciento de la PEA, apenas 0.75 puntos por debajo de la registrada un año atrás. Con base en cifras desestacionalizadas, la TD se redujo 0.02 puntos porcentuales con relación a la de abril pasado.

Las rebanadas del pastel

La empresa de clase mundial se ha servido con la cuchara grande: la Profeco informó que la facturación por consumo de energía eléctrica aumentó más de 30 por ciento en los últimos cinco meses, según un estimado con base en las 3 mil 600 quejas de los consumidores. De este total, 91 por ciento corresponde a cobros indebidos y el resto a deficiencias en el servicio.