Opinión
Ver día anteriorDomingo 27 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde otras ciudades

Futbol y patriotismo

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Aspecto del partido entre Francia y MéxicoFoto Ap
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arís. Un joven mecánico parisiense me da un informe, a causa de mi acento pregunta mi nacionalidad y cuando se la digo exclama: ¡Vive le Mexique! y añade la France le mérite (se lo merece Francia). Me sorprende el comentario y noto sus rasgos árabes. En el Metro, unos jóvenes negros escandalizan con el tono de voz a los otros pasajeros, pero sobre todo con sus comentarios desmedidos contra los Bleus (los Azules, equivalente del Tri con que llamamos al equipo mexicano). En YouTube se ve a la ministro de la Salud y el Deporte, Rosalyne Bachelot, mirar el partido Francia-México y exclamar ¡Los aztecas! !Bistecas! El experto francés en el tema, Christian Gourcuff, declara que el pueblo francés no es deportivo para explicar lo que la prensa en general llama un campo en ruinas, refiriéndose a su resultado en la Copa Mundial 2010.

El presidente Nicolas Sarkozy abandona un encuentro internacional para volver al Elíseo a recibir al jugador Thierry Henry y, al día siguiente, en una visita a los suburbios donde residen inmigrantes, otro jugador de origen martiniqués, Nicolas Anelka, le grita “vete a que te c… hijo de p…”, insultos muy divulgados por la prensa francesa y que el emisor de ellos pagará con una condena de 40 días de servicios a la comunidad.

En una reunión escucho debatir a hombres y mujeres franceses sobre el desvío del futbol hacia la política: arma de dos fuegos que ha sido utilizada para despertar y mantener un nacionalismo agresivo. Como cuando Musolini llamó al equipo italiano guardianes del nacionalismo o el que despertó enfrentamientos armados entre Honduras y El Salvador en 1970 o cuando dos equipos como el Linfield FC de Belfast, Irlanda del Norte, donde sólo pueden jugar protestantes y el Cliftonville FC de católicos terminan con violencia asesina. Aunque también puede propiciar la unión eufórica de grupos sociales tradicionalmente opuestos en un mismo país.

Pero el deporte que también puede revertirse imprevisiblemente en cierto contexto político cuando, al mover sumas multimillonarias en la compra y venta de jugadores, se forman equipos nacionales cuyos jugadores llevan la bandera en la camiseta, pero no en el corazón. Y a propósito de esto se evoca que 12 de los 22 jugadores de la selección francesa tienen orígenes extrametropolitanos: tres en las Antillas y nueve en África.

Yuriria Iturriaga, corresponsal