Cumplieron con la advertencia de poner la ciudad patas arriba
; hoy sigue el paro
Miércoles 30 de junio de 2010, p. 27
Madrid, 29 de junio. La huelga de los trabajadores del metro de la capital española sumió a la ciudad en un caos del que muy pocos pudieron salir indemnes. Dos millones de personas no pudieron tomar el suburbano para desplazarse al trabajo y cumplir con los quehaceres de su vida diaria, al no cirular ningún convoy tras decidir los empleados no cumplir con los servicios mínimos.
Con la medida Madrid se convirtió en una ciudad salpicada de largas filas de personas esperando bajo el sol y el calor veraniego la llegada de autobuses abarrotados. Los atascos fueron mucho mayores de los que sufren las calles madrileñas habitualmente.
Más de 2 millones de personas tuvieron que echar mano de ingenio y, sobre todo, de la paciencia, para moverse por la ciudad. Los retrasos en las llegadas al trabajo estuvieron a la orden del día, pues el metro es el medio de transporte más utilizado por los madrileños.
Los sindicatos, reunidos el lunes por la noche en una asamblea, decidieron suspender totalmente la circulación tras comprobar que el primero de los tres días de huelga para protestar por una reducción de 5 por ciento en los salarios apenas tuvo impacto, gracias a los servicios mínimos.
Cinco sindicatos, incluidos los dos mayoritarios UGT y CCOO, habían convocado a plegarse a la medida y la asamblea de trabajadores decidió realizar la huelga total y parar Madrid
el martes y miércoles.
El lunes, primer día de las tres jornadas de paros previstas en un principio, transcurrió en un clima de tranquilidad y normalidad, pese a una mayor aglomeración de pasajeros en los vagones, gracias al respeto de los servicios mínimos de 50 por ciento.
Quien decidió sacar el automóvil del garaje se encontró con atascos convertidos en ratoneras. Los que optaron por el autobús tuvieron que esperar largas colas, cinco veces mayores que lo habitual para apretarse después como sardinas en lata en recorridos cuya duración se triplicaba. Eso, si lograban entrar en el autobús, porque muchos no paraban ante la falta de espacio.
He tomado un autobús abarrotado, que ha tardado más de media hora en cubrir un trayecto que normalmente se hace en diez minutos
, corroboraba una viajera, muy enojada.
Otra explicaba la reacción comprensiva de su jefe, que le instó a tomar un taxi a cargo de la empresa para llegar al trabajo. Pero la misma idea la tuvieron muchos y en plena hora punta, encontrar libre uno de estos vehículos se hacía casi imposible.
Las aceras se inundaron de gente, sobre todo en hora punta. Algunos esperaban al autobús, otros confiaban en ver pasar un taxi libre. Y muchos decidieron echar a andar. Es una situación tercermundista
, decía indignada otra mujer.
Los trabajadores del metro de Madrid han alzado el hacha de guerra contra el gobierno regional de Esperanza Aguirre, del conservador Partido Popular (PP), ante el anuncio de recortes salariales como parte del plan de ahorro para hacer frente a la crisis.
El lunes, en el primer día de huelga, cumplieron los servicios mínimos establecidos en e50 por ciento. Pero hoy se los saltaron como medida de presión, pese a las advertencias realizadas desde el Ejecutivo autonómico, que hoy anunció la apertura de expediente a los que no acudieron a sus puestos de trabajo para cumplir con esos mínimos. Hubo algunos que sí lo hicieron, pero los piquetes impidieron desde la madrugada la salida de los convoyes en las cabeceras.
Pondremos Madrid patas arriba
, advirtieron ya los trabajadores la semana pasada. Y hoy lo cumplieron. Mañana miércoles se repetirá la situación, después de decidir hoy en una nueva asamblea que en la tercera jornada de huelga tampoco cumplirán con los servicios mínimos.