Ha sido el personaje más patriota que ha tenido el país, sostiene el autor Pedro Ángel Palou
en su justo lugar, alejado de estigmas
En la novela, el general narra sus últimos años de vida, así como memorias de su niñez y de sus hazañas
El escritor presenta una imagen distinta a la de ególatra y cegado por el poder
Domingo 4 de julio de 2010, p. a16
Después que Porfirio Díaz fuera sacado del poder, se embarcó hacia el destierro; ya no era el temido dictador, sino un hombre de edad avanzada con dolencias propias de su edad, triste y melancólico que observaba cómo cambiaba el país que dirigió durante más de tres décadas.
La novela Pobre patria mía, de Pedro Ángel Palou (Planeta), presenta otra imagen del dictador: lo coloca en su justo lugar
, explicó el autor, quien realizó una amplia investigación en memorias y correspondencia para poner voz al personaje.
En el volumen, Palou recreó el rechazo generalizado de la población hacia Díaz, la idea de posibles venganzas que albergó y el instinto de sobrevivencia que lo empujó a salir de la nación. Es en este lapso cuando Porfirio reflexiona y devela al lector recuerdos de su infancia y juventud en Oaxaca, y presenta a emblemáticos personajes de la época, como Benito Juárez, Lerdo de Tejada o Francisco I. Madero.
La historiografía, explicó Palou, no le ha dado a Porfirio Díaz el sitio que le corresponde; era ultranacionalista, y en este libro él mismo narra parte de su vida, a partir de su exilio hacia el viejo continente.
No es el Porfirio ególatra, soberbio y cegado por el poder. Es Díaz quien cuenta sus cuatro últimos años de vida en el destierro y quien se acongoja por ver cómo se desmorona el país.
Pedro Ángel Palou explicó que en su recreación de Díaz imaginó cómo habría sido el pensamiento del dictador mediante la correspondencia y lo observó duro, pero sobre todo nostálgico y triste. Construí al personaje de manera estructural, con una reflexión sobre el presente, porque en el escenario internacional le toca la Primera Guerra Mundial, y otra reflexión de su vida, desde la infancia
.
El Porfirio de esta novela tiene “más de 80 años de edad y rememora su infancia, cuando conoce a Juárez, su vida militar, sus grandes hazañas, la batalla del 2 de abril y la rebelión de La Noria. Sus mujeres aparecen en un lugar especial: su matrimonio con Carmelita y la añoranza a Delfina o a Petrona, la indígena juchiteca”.
En el exilio, Porfirio Díaz se remonta a los triunfos pasados: las victorias en la Intervención francesa, las fiestas del centenario y la severidad del mátenlos en caliente
.
Se muestra en la novela que para el viejo general no existe realidad más ingrata: levantó una nación que parecía animal incivilizado; le llevó calma, orden, el ferrocarril, el petróleo, la modernidad, pero México le dio la espalda y lamenta que su cuerpo ya no sea el mismo de antes para dar batalla.
En el año de los festejos por el bicentenario de la Independencia, Palou refiere que Porfirio Díaz realmente conmemoró esta efeméride con bombo y platillos: nueve años antes comenzó a organizar esta fecha, no cómo sucede actualmente, cuando no existe ningún proyecto que involucre a la sociedad. Estamos fuera de la jugada, y además carecemos de un proyecto de país.
Este personaje complejo y controversial, prosiguió Palou, sin duda cometió errores. Uno de ellos fue haber tratado al pueblo como ignorante, como gente no lista para la democracia, lo cual generó gran rechazo hacia él.
Para el escritor, la situación de Díaz habría cambiando “si hubiera reconocido el movimiento maderista y citado a elecciones libres.
Porfirio Díaz ha sido el (personaje) más patriota que ha tenido México. Hasta el fin de sus días observó cómo se desangraba el país, y en el exilio europeo vivió precariamente; lo que se decía de él no correspondía
.
El autor lamentó que exista una gran estigmatización
de Díaz y, en el país, señaló, se debe hacer una revisión seria
de este personaje.
Con Pobre patria mía, Pedro Ángel Palou suma otro personaje inscrito en el ciclo de la novela histórica, que incluye a a Zapata, Morelos y Cuauhtémoc.