El próximo lunes por la mañana
illones verán con indiferencia el proceso electoral de este domingo, pero el lunes todos tendremos que enfrentarnos a la decadencia y a la política. Los analistas hacen cálculos de cuál será el escenario para las elecciones de 2012. Pero pocos aceptan que la crisis social y económica se acentuará en los próximos meses y que la vida institucional del país correrá muertes y riesgos. Como señala Manuel Bartlett, lo urgente e importante no es preocuparnos por quién competirá o quien ganará la Presidencia, sino por la situación inédita y terrible que vivimos ya.
No hay un solo indicador que no sea preocupante. En los últimos meses han sido asesinados siete políticos importantes. Incluido un candidato a gobernador de Tamaulipas. Hace 40 días secuestraron a Fernández de Cevallos, personaje clave en la articulación de los grupos de interés. Los asesinatos y ataques han roto todos los récords. Ninguno de estos hechos ha sido esclarecido.
México insiste en mantener el dogma neoliberal que ya se abandona en todas partes. El agotamiento de las reservas petroleras y la debilidad fiscal del Estado y la incapacidad de hacer repuntar la economía, el aumento del desempleo y el desbordamiento de la economía informal agregan un elemento de amenaza siniestra. México se ha convertido en un protectorado y el país pierde soberanía todos los días. Está sometido a una vigilancia estrecha de las autoridades estadunidenses que desconfían cada vez más de cómo manejamos el país.
Existe una dictadura mediática que aturde y envilece la conciencia pública. Esta conjunción de elementos negativos puede provocar un desastre que anticipe y/o agrave la inevitable crisis política de 2012.
¿Cómo enfrentar esta coyuntura? Calderón propone un diálogo. Yo creo que un acuerdo mayor de las fuerzas políticas se impondrá como una necesidad. Pero será para salvar a la República y no para fortalecer un gobierno ilegítimo e inepto. Habrá que tomar medidas para cambiar el rumbo de la política económica. Poner un alto a la impunidad y reconstruir el marco de la competencia electoral incluyendo la reorganización de los órganos que sirven de árbitros. Es indispensable acotar el poder de los medios electrónicos. Sin éstos y otros temas fundamentales en la agenda no vale la pena gastar el tiempo en reuniones de los dirigentes políticos. La incertidumbre que vivimos acentúa la ineficacia y la descomposición de los partidos. Las alianzas han tenido como justificación estratégica impedir la restauración del PRI. Pero sin un acuerdo de fondo que deje atrás los abusos y el fraude de 2006, estas asociaciones hoy y mañana resultarán aberrantes.