El autor explora la historia universal de la desilusión
en su nuevo libro
El amor es un espejo que a veces devuelve un rostro que no deseamos ver, expresa el narrador
La profundidad de la piel, novela que marca su regreso al territorio de la intimidad afectiva
Miércoles 21 de julio de 2010, p. 6
Para el escritor Pedro Ángel Palou la felicidad de los seres humanos es una precondición y depende de los otros. Nadie es lo que es sin la otra persona; el que se diga feliz solo está mintiendo. El amor es un espejo que a veces te devuelve un rostro que no quieres ver
.
En entrevista con La Jornada, el autor explica que su más reciente novela, La profundidad de la piel (Grupo Editorial Norma), es el único libro que ha escrito sobre el tema de la desilusión.
Asegura que “para ser desilusionado, antes hay que ser iluso; justamente la ilusión forma parte de la idealización. Se puede ser iluso políticamente, amorosamente, incluso también con la amistad, porque los amigos muchas veces producen desilusiones tremendas, traiciones.
Creo que el hombre, el ser humano, finalmente vive a caballo entre la realidad que siempre es inevitable y ocurre como tal, irreparable.
Un sueño, una aparición
En La profundidad de la piel Pedro Ángel Palou regresa al territorio de la intimidad amorosa para narrarnos la historia universal de la decepción. Un músico retirado visita a su amiga de cuello largo, como se llama la protagonista femenina de esta novela, quien le narra su relación amorosa con el pintor del mundo flotante, a quien conoció en Kyoto.
“En esta obra es importante la historia del narrador –el músico–, por su gran fidelidad a esta vieja amiga de cuello largo, así como la historia de ella, de amor hacia el pintor japonés.
Quería demostrar que el amor no es sincrónico, no siempre se ama a la misma vez. En este caso el hombre la sigue amando permanentemente, pero ella tiene un amor más intenso, desgarrador, más complejo que la larga amistad con él.
Desde las primeras páginas de la obra, el autor establece ese vínculo del narrador con su eterna amiga que a su vez está enamorada del pintor del mundo flotante, quien en la historia leía un único libro: Elogio de la sombra, de Tanizaki, y afirmaba: Los fenómenos son un sueño, una aparición, una burbuja, una sombra
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Eros, deseo y soledad
Cada quien, dice Pedro Ángel Palou, vive su propia historia de amor. Incluso el narrador vive una historia al parecer permanente de amor con su amiga, está viviendo ese momento con ella a partir de que vuelve a verla, porque está ahí para consolarla, ya no para amarla
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En estas reflexiones constantes de amor, deseo y soledad que utiliza el autor en la novela aparecen soliloquios de los personajes: Soy un hueco, un vacío; un arroyo seco, pedregoso, por el que alguna vez caminó la vida. No tengo sentido, como un ciervo que ha perdido la vista y va dejando pedazos de su cornamenta enterrados entre los árboles de un bosque del que no saldrá nunca
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Sobre estos personajes que se sienten muertos en vida, Pedro Ángel Palou señala: “Necesitaba un telón de fondo para demostrar cómo ciertas pasiones te reviven a pesar de que puedas estar clínicamente muerto.
La pasión te revive y te devuelve una mirada más solidaria con el mundo, con los otros, pero la pasión es una condición que se consume, no hay pasión duradera, es efímera.
Vivir de los recuerdos
En su novela, Pedro Ángel Palou explora los sentimientos, la desilusión, la negación de una realidad con personajes que renuncian a lo que aman y viven del pasado, de los recuerdos.
Al respecto, el narrador manifiesta: Todo es parte de una memoria, porque el presente es limitado; en el caso del narrador, hay contradicciones con el amor de ella, que todavía es pasional, pero está en un proceso de oscuridad. Por eso sus cuadros son negros. Son dos formas de medir la distancia frente al amor y cada vez están más distantes
.
En esta historia de fracasos amorosos, Pedro Ángel Palou sumerge al lector en una trama de amor más antigua, la de Yang Kuei-fei, y el poema de La canción del dolor imperecedero.
En La profundidad de la piel, el escritor comparte la percepción de silencio que produce el abandono, la idealización y la ilusión de un amor lejano.