Desconfianza en las instituciones, una causa
Miércoles 21 de julio de 2010, p. 43
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) afirmó que la falta de confianza en las instituciones y el desconocimiento de las mismas por parte de los jóvenes hace que este sector social, a pesar de ser uno de los más vulnerables y excluidos, sea el que menos quejas y reclamaciones interpone ante el organismo federal.
De acuerdo con información del Conapred, a lo largo de 2009, de un total de 278 quejas, únicamente 10 fueron presentadas por jóvenes de 15 a 24 años de edad por presuntos actos de discriminación; es decir, las demandas de los jóvenes representaron el año pasado poco más de 3 por ciento del total de quejas que este organismo recibió.
De enero a junio de 2010, este sector presentó 13 quejas de un total de 161, lo que equivale a 8 por ciento, todas ellas interpuestas por los mismos agraviados.
En cuanto a reclamaciones, es decir, aquellas interpuestas contra instancias gubernamentales federales, los jóvenes en 2009 presentaron 14 y, en 2010, nueve.
En cambio, otros grupos vulnerables, pero más organizados, como son los sectores de la diversidad sexual o las personas discapacitadas, hacen mayor uso de esta institución.
En 2009 las personas de diversidad sexual presentaron 47 quejas y 20 reclamaciones, y en lo que va de este año, 28 quejas y 16 reclamaciones. Por falta de acceso para personas con capacidades diferentes, el año pasado se presentaron 39 quejas y en 2010, 31.
Según Ricardo Bucio Mújica, titular del Conapred, los motivos por los cuales los jóvenes no interponen quejas y reclamaciones ante este organismo se deben a la falta de conocimiento y confianza hacia las instituciones.
Tenemos muy pocas quejas y en parte es porque hay desconocimiento y una cultura de desconfianza en las instituciones
, señaló.
Esta desconfianza, explicó el funcionario tras participar un foro del Instituto Mexicano de la Juventud, se genera a partir de la impunidad que existe en el país.
Evidentemente, es la percepción de una generación que ha crecido en la cultura de la impunidad, en la cual todo se vale y nada se paga; en donde el costo de la discriminación lo paga quien es discriminado y no quien discrimina. Por eso tenemos muchas más quejas de personas adultas que de jóvenes
, dijo.
La mayoría de las quejas y reclamaciones que presentan los jóvenes se refieren a actos de discriminación efectuados en el ámbito laboral, educativo o sanitario.