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Convergen en el DF las aproximaciones al color negro de la pintora mexicana y Soulages

La belleza es la libertad, la salud y la fuerza, dice Beatriz Zamora

La artista, quien mañana cumple 75 años, muestra obra en la Casa de Francia

Ella debe penetrar al Olimpo del arte y exhibir en Europa, opina el crítico Gerard-Georges Lemaire

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Beatriz Zamora en la Casa de Francia, con algunas de sus obras, durante la entrevistaFoto Luis Humberto González
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De Pierre Soulages (en la imagen), el Museo de la Ciudad de México presenta una exposiciónFoto Archivos Soulages
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de julio de 2010, p. 2

Dos aproximaciones al color negro convergen en esta urbe. Una, por iniciativa de la embajada de Francia, es la del pintor galo Pierre Soulages que se exhibe en el Museo de la Ciudad de México (Pino Suárez 30, Centro Histórico), mientras en la otra, la pintora mexicana Beatriz Zamora muestra obra en la Casa de Francia.

Los dos artistas han dedicado su vida a cultivar ese color.

Desde que Marc Sagaert, agregado de cooperación cultural y artística de Francia en México, y el curador y crítico de arte Gerard-Georges Lemaire, conocieron la obra de Zamora hace tres años, le han dado apoyo de manera incondicional.

La más reciente exposición de la pintora, El negro de Beatriz Zamora, en el recinto de Havre 15, colonia Juárez, reúne 13 pinturas de gran formato, dos cuadros hechos con obsidiana y 24 dibujos.

La obsidiana no es un material nuevo en el quehacer de la artista: Siempre me ha interesado la obsidiana total sin meter ninguna cosa que no sea la misma piedra. De allí que concibió el siguiente proyecto: un cuarto de obsidiana como de tres metros y medio de altura y una dimensión como de siete metros de largo (alrededor de 42 metros cuadrados), más el techo y el piso que también sería totalmente cubiertos. Al piso habría que ponerle un vidrio grueso para poder caminar y que se pudiera transparentar.

El arte sirve para curar

Para Beatriz Zamora, la belleza es como una medicina espiritual y física, que va al sistema nervioso y cura el cuerpo, pero, además, la piedra tiene una energía poderosa: Imagínate entrar a un cuarto absolutamente negro de ese material (obsidiana) que te va a rodear. De allí saldría una persona curada mental, espiritual y físicamente, es decir, transformada. Y para eso sirve el arte, si no, no sirve para nada. Bueno, como todos los proyectos de mi vida, pues, se topan con la imposibilidad de que haya un quinto para eso.

Integrante del Sistema Nacional de Creadores, la entrevistada dice que propondrá el proyecto del cuarto, no sin antes recordar que una de las cosas que necesito para hacerlo es tener un espacio para trabajar. Ese espacio también le serviría para sacar su obra de la bodega y restaurarla.

La artista reconoce la imposibilidad de trabajar todos los planteamientos que hay del negro, porque dónde y con qué, pues apenas he podido medio diseñar, digamos, la historia del negro, pero en realidad por más que haya 3 mil cuadros, no es suficiente para determinar. Lo que he hecho es hacer un número límite: 10 cuadros de un planteamiento, 10 de otro y así sucesivamente, para dar una idea del camino. Pero esos caminos están diseñados al infinito. Eso nada más es lo puede pensar una mujer y en México.

–¿Por qué?

–Ay, mira, una verdadera mujer es símbolo de la belleza y es la madre. La belleza es la libertad, la salud, la felicidad, la alegría, el poder, la fuerza. Todo eso que pasa ahorita en toda la República, toda esta corrupción, toda esta matanza, es la negación de la posibilidad vital.

Una madre no se va a poner a hacer la guerra porque le matan a sus hijos. Una verdadera mujer, pues, es defensora de la humanidad. Y, si es mexicana tiene herencia de poder prehispánica, tiene una genética, una raíz fundamental. Y bueno, digamos que de todo eso ha salido el negro de este país, que nos corresponde a todos defender y cuidarlo. Todo esto no lo he hecho para ganar dinero, es un patrimonio de la nación.

Las pinturas forman parte de un conjunto de más de 100 de gran formato que permanecen guardadas en una bodega en Iztapalapa, cercana a la Cabeza de Juárez, tras el desalojo de su casa-taller ocurrido el 12 de julio de 2004. En ese sitio también está todo lo de 1.20 y todo lo de 1.50; hay como 500 cuadros.

De Zamora –quien este domingo cumple 75 años–, Lemaire pregunta sobre el lugar que ocupa en el microcosmos del arte de nuestro tiempo y él mismo contesta: “Por lo que sé, no ocupa todavía el espacio que evidentemente se merece. Si un artista tiene su Escuela de Atenas en estos tiempos de crisis, ella debería figurar en medio de sus pares, los más ilustres y grandes escritores, filósofos y sabios. La historia es ciega, desgraciadamente, aun más que la justicia, y durante mucho tiempo, la maltrató.

Lo único que sé, es que ella merece una mejor suerte y que debería ser invitada a presentar su trabajo en Europa y en el resto del mundo. Tengo esta certidumbre: lleva una búsqueda estética de una gran intensidad. Produce obras tan exaltadoras que nunca deja indiferente y que acabará por ser reconocida por su justo valor. Si bien algunos artistas gozaron en vida de la consideración y del respeto del público y de la crítica (pienso en Fontana, Burri y Soulages), ella puede y debe penetrar en el Olimpo para ser mirada como una de las grandes artistas que marcaron a nuestra época, quien se interroga con fuerza sobre el devenir de su arte. (Cita de 100 X 100 Los siete caminos del corazón, segundo libro de una trilogía proyectada por Zamora.)