Resonancias de un coloquio contra taurinos
omo era de esperarse, el encuentro de tres críticos taurinos jornaleros sacó chispas y retumbó bastante más lejos que donde se llevó a cabo: el amplio y acogedor patio colonial de la deliciosa librería, biblioteca, cafetería y bar Profética, cuyo propietario, el imaginativo promotor cultural José Luis Escalera, se sumó generosamente a los eventos realizados en la ciudad de Puebla con motivo del vigésimo aniversario de La Jornada de Oriente.
A iniciativa de Horacio Reiba Alcalino, distinguido cronista de toros y deportes en el citado diario y cuyos textos honran la mejor tradición periodística de esos géneros hoy tan degradados, se efectuó un diálogo no por reflexivo menos contestatario acerca de la fiesta de toros en México, desde una perspectiva poco taurinizada, pero con un aliento más amplio
, en el que también participamos Lumbrera Chico y Leonardo Páez.
Algo que llamó mi atención fue que entre la nutrida asistencia hubiese un selecto grupo de comunicadores taurinos de la talla de Jaime Oaxaca, Álvaro Sánchez, José Antonio Luna Alarcón, Alberto Raúl Macías, Antonio Moreno o el fino poeta y escritor Manuel Camacho Higareda, ganaderos con la elocuencia y claridad de Juan Huerta, matadores como el siempre sorprendente Raúl Ponce de León, experimentados y solventes médicos veterinarios de plaza como Benjamín Calva y Juan Ramírez de Arellano o la espléndida actriz Cate Blanchett sin el bobo de Robin, o en todo caso alguien que se le parecía mucho y de la que ya no pude despedirme.
Se externaron ideas, señalamientos y propuestas dentro de una tónica compartida: la fiesta brava de México, al igual que el resto de las actividades y manifestaciones del país, ha sido secuestrada por los mismos que tienen secuestrado al país entero, sustituyendo leyes y sensibilidad por dinero y prepotencia, o profesionalismo con ineptitud y sentido ilimitado del ridículo. Se trata de la olinarquía
neoliberal que confunde países y tradiciones con botines.
Se habló de la falta de testimonio de todos los sectores taurinos –empresarios, ganaderos, toreros, autoridades, crítica y público–, entendiendo por testimonio el testigo que ante un tribunal pone en prenda sus testículos para avalar su postura y argumentos, y que en esto de la fiesta ya ni a las reses cuatreñas les cuelgan los testigos
.
Se dijo también que, más alarmante aún que el hecho de que en el país ya haya 7 millones de jóvenes ninis, que ni estudian ni trabajan, los todopoderosos pero ineptos taurinos no sean capaces de sacar un solo novillero con arrastre, no digamos una docena. Que si a los que se adueñaron de la fiesta de México no se les quitan otras cosas, menos se les quitará su
Que si como han manejado la fiesta de toros hubiesen manejado sus multimillonarios negocios éstos estarían en quiebra, y que es injustificable que no quieran manejar el espectáculo taurino como manejan sus prósperas empresas. Que ningún empresario taurino español aparece en la revista Forbes y sin embargo gana y hace ganar millones de euros, mientras que aquí los propietarios de yates y jets nomás no dan una en materia taurina.
Se afirmó que en tiempos menos enrarecidos la crítica taurina tuvo una función formativa que orientaba y enseñaba a exigir al público, y que hoy, escribiendo y hablando siempre en favor de la empresa de la Plaza México, como el promotor es veterinario, seguramente periodistas y cronistas fueron sus pacientes. Que en este sentido y ante sus pobres resultados, inspiraban más respeto las mulas que arrastran a las reses muertas en el ruedo que los metidos a críticos taurinos.
Por último, que urge convocar a una reunión de críticos taurinos del periódico La Jornada en entidades taurófilas como Jalisco, Aguascalientes, Puebla, Tlaxcala, Michoacán, Zacatecas, San Luis Potosí y Distrito Federal, pues a la fiesta de toros en México le urge un proyecto alternativo que empiece a rescatarla de un duopolio tan adinerado como incapaz, sobre todo de modificar criterios probadamente contrarios a la salud de la tradición taurina de México.