Buenos Aires, 25 de julio. Claveles rojos y blancos cubrieron un espacio de terreno en la entrada de un predio militar a 50 kilómetros de Santa Fe, la capital de la provincia del mismo nombre, donde a principios de junio pasado el equipo argentino de antropología forense descubrió los restos de ocho personas, con huellas de numerosos disparos, que datan de los tiempos de la pasada dictadura militar.

Es la primera fosa común que se encuentra en un predio del ejército y esto fue posible gracias a las denuncias de vecinos, muchos de los cuales habían vencido sus viejos miedos.

Desde temprano, madres, hijos, familiares de desaparecidos, sobrevivientes de los centros clandestinos, y otros encabezaron una caravana de automóviles, hasta el Campo de San Pedro, en el mismo recorrido que hicieron las víctimas hace más de 30 años.

Los llevaron a ese paraje para exterminarlos. Lo que es imposible revivir es lo que ellos vivieron en este camino, que algunos llaman de calvario, dijo José Schulman, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, sobreviviente de centros clandestinos en esa ciudad y uno de los testigos claves en los juicios que se realizan allí.

Hace tres años, la Casa de Derechos Humanos de Santa Fe inició la causa judicial por estas denuncias y así se encontró la fosa común.

Acompañados de una multitud que llegó al lugar, la emocionante ceremonia continuó luego con el homenaje al cercano Pueblo de Laguna Paiva, algunos de cuyos vecinos lograron romper la impunidad que rodeaba este caso.

El campo militar queda a unos 12 kilómetros por sendas de tierra y ocupa unas tres mil hectáreas. Sólo cien están bajo investigación después del descubrimiento de la tumba colectiva.

Los restos encontrados tienen signos de fusilamiento, lo que corrobora las denuncias y la responsabilidad de los militares en el genocidio, dijeron las Madres de Santa Fe.

Esto sucede en el contexto de los juicios orales que se realizan en Buenos Aires y en diversas provincias.

La verdad convoca a la verdad, dicen los sobrevivientes, y varios sucesos de los últimos días les dan la razón, como el surgimiento de archivos y datos inesperados, o la denuncia sobre la participación de jueces y de altos jerarcas de la Iglesia en los distintos juicios del país.