omo cantaba la belleza del toro bravo y la identificación con la propia vida Miguel Hernández, poeta torero.
“Como el toro ha nacido para el luto
y al dolor, como el toro estoy marcado
con un hierro infernal en un costado
y por varón en la ingle, por un fruto”
Al compás de la llegada de los cabales, la Plaza México estaba vacía, se extinguía, en medio de la lluvia que azoto la ciudad y dejó un aroma a tierra mojada. A esa hora propicia de la magia en que el misterio del coso, añoraba las faenas de otras épocas y acababa de enfriar la piel. Magia que se evocó en la mesa redonda a la que asistieron mis compañeros de esta página taurina, Lumbrera Chico y Leonardo Páez, convocados por don Horacio Reiba Alcalino cronista de La Jornada poblana.
El tema de la mesa sacaba chispas ¿Qué sucede en nuestro país de tradición taurina que en los últimos años no aparece un torero mexicano con arrastre, no digamos, una docena?
Dónde está esa magia en que divinidades inferiores semejantes a las mujeres de la mitología taurina de cabellos azabache y ojos achinados, se desnudan en los magueyales y llaman de noche a los toreros que desde Manolo y David no la hacen.
Seguro estas mujeres cabales también llaman a los torerillos de la legua a repetir la historia vulgar del torerillo anulado, devorado por las mujeres. La muerte como castigo al deleite invencible del amor.
Mal oscuro, misterioso como la raza que conduce a la muerte y que aqueja la fiesta brava en México y antes de morir necesita desembarazarse del polvo de los ruedos de los pueblos y la sangre de los torerillos que después de años no la hicieron o nunca llegaron a la alternativa y ni siquiera a la Plaza México
Para la raza amante del sol y la sangre, ni aún en la eterna sombra se resigna a renunciar al toreo.
¡Felicidades al estimable compañero poblano don Horacio Reiba!