La Habana, 11 de agosto. El conflicto entre Cuba y Estados Unidos no es un “fósil de la guerra fría”, sino que tiene causas profundas, actuales, tenaces y difícilmente reductibles del todo, afirma la revista Temas en su más reciente número, dedicado al diferendo y a sus posibles desarrollos bajo los gobiernos de Raúl Castro y Barack Obama.

Puede haber un acercamiento con medidas unilaterales paso a paso, pero ninguna de las partes está preparada para lidiar con un adversario, sino con un enemigo, dice el director de la publicación, Rafael Hernández. En caso de distensión, la mayor debilidad de Cuba no es su menor poder militar o físico, sino su mentalidad de fortaleza asediada. La de Estados Unidos no es su “ineptitud para lidiar eficazmente con ‘regímenes comunistas’, sino su omnipotencia de superpower”.

La revista trimestral recogió el resultado de un taller internacional que realizó aquí en febrero, al que acudieron algunos de los más reconocidos estudiosos del conflicto.

Para presentar el volumen vino Peter Kornbluh, veterano analista de papeles desclasificados en la Universidad George Washington, quien dijo que su país debe reconocer su fracaso al tratar de cambiar el sistema en la isla. Es mucho mejor si cambiamos esa política y avanzamos hacia el futuro.

En la publicación, el estadunidense Jorge I. Domínguez, de la Universidad de Harvard, dice que bajo Raúl Castro y Obama los dos países pueden comenzar a pensar de nuevo y en gran escala o, como han hecho en repetidas ocasiones, desperdiciar una nueva oportunidad para reconfigurar sus relaciones.

Hal Klepak, del Royal Military College de Canadá, ilustra hasta dónde ha llegado la cooperación bilateral en seguridad: el oficial de enlace de la Guardia Costera destacado en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana tiene acceso a información de la defensa cubana que muchas veces fue la envidia de los agregados militares de otros países aquí, mientras que la ausencia de provocaciones estadunidenses cuando Fidel Castro enfermó en julio de 2006 confirmó a los militares cubanos que hay algo parecido al desarrollo de confianza entre las partes.

Carlos Alzugaray, de la Universidad de La Habana, dice que Bolivia parece interesada en invitar a Cuba a la próxima reunión de ejércitos americanos (noviembre, Santa Cruz de la Sierra) y se pregunta por las reacciones de la isla y el Pentágono. Luego de la era Bush, agrega, se abre una ventana de oportunidades que muy bien permitiría la entrada de nuevos aires más apacibles y cooperativos.

Investigador de la misma universidad, Jorge Mario Sánchez describe lo que otros autores también anotan como la clave de progresos en temas subordinados: En tanto el marco de referencia en las relaciones políticas no se modifique, el potencial de las económicas no pasará de ser una opción hipotética.

Sobre migración, la estadunidense Lorena Barberia (Universidad de Harvard) considera probable un mayor acuerdo entre los dos países a corto plazo.

El cubano Antonio Aja (Universidad de La Habana) precisa que la pieza esencial en este campo es la eliminación de ley que facilita la residencia a los cubanos en Estados Unidos, pero antes puede haber pasos progresivos.

Con otros enfoques del conflicto (la posición de la Unión Europea, la economía y la cultura), también participaron en el taller los cubanos Milagros Martínez y Eduardo Perera Gómez; la estadunidense Sheryl Lutjens, la alemana Susanne Gratius y el canadiense Archibald R. M. Ritter. La revista suele incluir todos sus textos en su versión digital (www.temas.cu).