Cavernales Unidos
Clero devaluado
Empuje de Marcelo
¿Proceso a Sandoval?
ueriéndolo etiquetar como el malo
de la película, los curas de élite podrían acabar convirtiendo a Marcelo Ebrard en el bueno
del rodaje electoral. Falto de hervores políticos, sin carisma desbordado, el actual jefe del gobierno capitalino ha realizado una tarea sensatamente aceptable al frente de la administración del Distrito Federal, pero notablemente exitosa en cuanto a reformas legales que han dotado a la ciudad de México de un rostro de tolerancia, pluralidad y modernidad que, de manera natural, ha provocado el enojo militante de los segmentos de ultraderecha. Sin estridencia, la hechura política de Manuel Camacho ha puesto el peso de su cargo y la habilidad política provenientes de su textura multipartidista para sacar adelante propuestas legislativas a las que otros jefes de gobierno, como el propio Andrés Manuel López Obrador, les dieron la vuelta por cálculos electorales inmediatos y por una formación política más conservadora o, si se prefiere, menos audaz.
El tamaño de la transformación jurídica y social que el marcelismo ha empujado en la ciudad de México lo da justamente la dimensión de la respuesta airada y desquiciada de los máximos jefes de la burocracia vaticana en México: el primitivo golpeador jalisciense mejor conocido como el Cavernal Sandoval y el más refinado y pretencioso, con sede en la capital del país, Norberto Rivera. Uno, el tapatío, ha acusado a Ebrard y a etéreos organismos internacionales de maicear a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que otorguen credenciales de constitucionalidad a los matrimonios de personas del mismo sexo y, a partir de ayer, a la facultad de adopción de esas parejas homoparentales. El otro, el capitalino, ha hecho saber, por medio de su muy activo vocero, el sacerdote Hugo Valdemar, que las políticas impulsadas por Ebrard son más dañinas para la sociedad que el narcotráfico.
En el fondo, los políticos vestidos de púrpura lo que tratan es de insertar con privilegios su voz en el informal diálogo real de recomposición de poderes que hoy se está dando en México (y que no tiene nada que ver con las pláticas escenográficas e improductivas que ha encabezado en días recientes el licenciado Calderón). La cúpula de la Iglesia católica no quiere quedarse fuera del eventual proceso de torpe recomposición a que podrían llevar los constantes y crecientes problemas del gobierno felipense. Con Fox poco pudo cobrar de regalías ese alto clero acelerado, pues el boquiflojo de San Cristóbal quedó debiéndoles a muchos de sus promotores ideológicos, dado como era a prometer más de lo que podía cumplir, y con Felipe el Católico tampoco se han podido programar diezmos políticos e incluso hay quienes ven rondar al cristianismo
(es decir, segmentos cristianos no católicos) en las cercanías de la pareja de Los Pinos, en particular en el ala de la señora Margarita.
Por ello, los cardenales en jefe han decidido montar el histórico espectáculo de asustar con el petate de la Cristiada, mostrándose profundamente disgustados porque las leyes terrenas están incluyendo en el marco de lo legalmente admitido y permitido lo que ellos pretenden mantener en el escaparate de los productos satanizados, para así mantener en activo el milenario negocio de la tiendita de las creencias y las prohibiciones. La Iglesia católica ve decrecer aceleradamente su influencia y poder en el México cambiante, entre otras cosas porque su añejo aire de autoridad moral autodeclarada no resiste la prueba de los hechos, en particular de los referentes a la tendencia enferma de muchos de los sacerdotes formalmente célibes a desahogar sus naturales flujos de sexualidad mediante la agresión a niños entregados a su custodia o cercanos a sus sotanas enfebrecidas. Los dos combatientes neocristeros de hoy, Sandoval y Rivera, tienen expedientes relacionados cuando menos con protección institucional que han brindado a sacerdotes involucrados en casos de delitos sexuales: el de Guadalajara sostiene una clínica de atención y ayuda
a curas que han abusado de menores y que lo seguirán haciendo luego de las presuntas terapias fraternas; el de la ciudad de México muy apenas ha librado formalmente, no de fondo, las acusaciones de encubrimiento de acciones pederastas que desde Estados Unidos le han enderezado.
Ebrard está, pues, en un momento en que puede cobrar políticamente, de manera legítima, lo que le corresponde por la apuesta de alto riesgo que tomó al empujar las reformas jurídicas relacionadas con suspensión del aborto, matrimonios entre personas del mismo sexo y derecho a adoptar. La acusación desproporcionada e insostenible del normalmente retador jefe de la Iglesia católica en Guadalajara ha llevado a Ebrard a anunciar un plazo que hoy termina para que se retracte de las imputaciones o será sometido a un procedimiento legal
que lo obligue a recular. Si el Cavernal Sandoval no se desdice, y Ebrard cumple su advertencia, y coloca a la maquinaria judicial en la obligación de procesar al fanfarrón cardenal jalisciense, someterlo al curso natural del litigio, sin aceptar el virtual fuero espiscopal, y castigarlo por sus mentiras e infamia, el jefe del gobierno capitalino habrá redondeado una plausible operación de modernización política y social. Con la Iglesia ha topado (en el inmobiliario sentido original cervantino y en el politizado que incorrecta pero constantemente se le da a ese pasaje).
Astillas
Peña Nieto ensaya amagos: la gira de AMLO debe ceñirse a la legalidad. ¿Cuándo no lo ha hecho el tabasqueño?... Felipe repite en diario francés la imagen de mucama hacendosa que tanto le gusta: si levanto polvo es porque estoy limpiando... Y, mientras siguen saliendo, sin culpa demostrada, otros atrapados en el michoacanazo, lo que permite al gobernador Godoy defender a su polémico hermano, ¡hasta mañana, con la versión de que entre los aspirantes a comprar Mexicana está Advent, la firma relacionada en 2006 con el Hildebrando del fraude electoral!
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