Festejó el Atayde 122 años de existencia en la carpa Astros; chavos de la calle, invitados
La compañía iniciará gira por diversas ciudades del país; regresará en diciembre al DF
Participantes de diferentes edades realizan actos con telas, látigos, clavas y un performance
Domingo 29 de agosto de 2010, p. 8
En busca de la aceptación y el reconocimiento del público –entre los que se contaron chavos de la calle de la agrupación Trofeo a la vida–, una decena de jóvenes expusieron sus dotes artísticas en el Festival del Nuevo Circo.
En el mismo festival organizado por el Circo Atayde se presentaron el jueves pasado las antípodas generacionales pero con igual carga de talento que se dieron cita en la carpa Astros.
En un extremo, descendientes de la quinta generación de la familia fundadora y propietaria del circo desde hace 122 años, como Ingrid y Alexis, hijos de Celeste, la coreógrafa de la compañía. Ella, a lomos de un elefante, acompañando a su madre, y él, a sus escasos cinco años, con vocación para payasear.
En la otra punta, talentos también en ciernes, cuyo tránsito hacia el renombre y los contratos constantes seguramente no serán tan tersos como los casos anteriores.
El caso implica talento y no alcurnia, por lo que Malcom Méndez, participante desde hace siete años en la primera versión del festejo –que cada año en las postrimerías de su temporada de verano en la capital del país presenta el circo Atayde Hermanos–, regresó a la pista con su extraordinaria y acrobática imitación de Chaplin en la cuerda floja.
Diversos malabares
Méndez y otros miembros del elenco fueron o aún son integrantes del Escuadrón jitomate en bola, troupe entrenada por Anatoly Loucachuk, instructor ruso del Centro Nacional de las Artes, quien, dicen, ha preparado a casi una veintena de elementos que ya por ahí andan desgajando su artistría, como ocurre con Iván y Álex, que abordan el género cómico, o Valerio Velázquez, y sus difíciles malabares en el trapecio.
No menos asombro causó el sexteto de hábiles manejadores del látigo, quienes con movimientos relampagueantes tanto parten un papel como rebanan con precisión el tallo de una flor.
Tiempo y espacio hubo también para quienes se han adiestrado de manera autodidacta, como el dueto de Mauricio y Edgardo, fantásticos manejadores del diábolo –ancestral juguete– o Marco Antonio Penagos Mesa, quien en las audiciones previas –en abril– aseguró su estadía en el festejo, al manejar con pasmosa facilidad los aros, pues con 102 de ellos se envuelve en un mágico momento de gran impacto visual por efecto de los juegos de luces.
Alumbrados también son los de Serpiente negra, pero con fuego en vivo. Con sus teas realizan peligrosos malabares.
Por vez primera la provincia se hizo presente en este escaparate, y de Monterrey vinieron Tania Gattás y Vladimir Garza, para el acto de las telas, y Ángela, hermana de Tania, quien realiza un performance, ambos números de mucha plasticidad con un componente balletístico.
Elías Ajit es hombre de teatro. Lo suyo es la pantomima; es tanto émulo del recordado Marcel Marceau, como siendo también maestro de ceremonias del circo.
Hubo apoyo de los artistas del elenco profesional, como el colombiano Eulises con su desafiante acto en el columpio a buena a altura. También actuaron los trapecistas chilenos Milán y las beldades rusas, Natalia, un poema en las cuerdas, y Elena, con un insólito acto con las clavas.
El circo arriará la carpa esta noche para iniciar gira, con una primera parada en el vecino municipio de Ecatepec, para proseguir por Aguascalientes y Pachuca, y a fines de diciembre regresar al Distrito Federal para realizar una corta estancia de invierno.