Tepito Arte Acá cumple 30 años; estrenará mañana Hidalgo: memoria y sangre en el Blanquita
Más que celebrar el bicentenario, festejemos que aún existe el país
Con nuestro teatro seguiremos incomodando, afirma Virgilio Carrillo, director de la compañía
Si el cura existiera, sería considerado por los medios un vándalo que tenía muchas mujeres
Jueves 2 de septiembre de 2010, p. 8
Hace 30 años, cuando Virgilio Carrillo era un vago
en su barrio, Tepito, el director de un centro comunitario lo conminó a que hiciera algo con su vida
. Le dijo que no sólo estuviera fumando en la calle, sino que escribiera una obra para un concurso. En busca de un aliciente e inspiración para escribir, entró a Las Lindas Mexicanas y luego a La Turca, pulquerías donde nació su primer texto para teatro y el primer paso para crear su compañía: Tepito Arte Acá, que cumple tres décadas de hacer un teatro cuya temática es la reflexión sobre la identidad nacional, que acompañamos con una estética de lenguaje popular, con el baile, la irreverencia, el humor y la improvisación
.
Luego de presentarse en escuelas, comunidades indígenas, con jóvenes y niños en situación de calle, en colonias marginadas, incluso en zonas de alto riego (como una comunidad en Colombia, en manos de la guerrilla), así como en teatros convencionales
, la compañía monta actualmente unas 12 obras, entre sátira, comedia, drama y crítica política, basadas en hechos históricos, pero con la acidez de la realidad actual, como Hidalgo: memoria y sangre, que se estrenará en el teatro Blanquita el viernes por la noche.
Se debe reconocer el movimiento social desde abajo
Se trata de una puesta divertida, no circunscrita al ámbito de las celebraciones del bicentenario de la Independencia; más bien se ubica en el sentido de que lo único que tenemos que celebrar es que aún existe el país, no se ha deshecho con tantas barbaridades. Tenemos que celebrar más bien el movimiento social desde abajo, el de una conciencia y memoria. Si Hidalgo existiera hoy día, sería llamado por los medios vándalo que tenía muchas mujeres
. Ése es el Hidalgo que se aprecia en la obra, en la que unos payasos memoriosos nos hacen partícipes de su visión sobre la Independencia
.
Virgilio, gran lector de la realidad y talentoso compositor de imágenes histriónicas, sabe que para hacer lo que él ha logrado en muchos años se necesita ser independiente, y eso lo aprendimos en el barrio, en la fayuca: que todo se puede vender, cualquier mamada que se te ocurra. Puedes generar una forma de vida
.
Y recuerda cuando dio su primer paso a un teatro establecido: “Luego de meterme a estudiar a Bellas Artes, hicimos Ratero, de Armando Ramírez (el otro artífice de este movimiento tepiteño, pero en el ámbito de la literatura). Uno de los fayuqueros nos dijo que la hiciéramos en el teatro de las Vizcaínas y ése fue el salto a un “teatro comercial, sin saber nada. Comenzamos a aprender que esto también podía ser negocio. Pero aun así continuamos nuestro trabajo en las calles, abajo de los puentes, adonde fuera... sin perder de vista que lo importante era llegar a ser independientes en lo económico para poder decir lo queramos.
Además, no puedes depender siempre del paternalismo del Estado, que te paga cuando quiere, y la dinámica de la producción es cuando la obra requiera el dinero para producirse. No hay que depender de los apoyos..., pero hay que tomarlos cuando haya. Lo que se debe hacer es multiplicar los públicos, las maneras de distribución del arte escénico.
Virgilio y su cómplice en este viaje, Susana Meza, coordinadora de la compañía, dicen que trabajar en teatros o lugares no convencionales les da la misma satisfacción, el mismo alimento para seguir adelante
, pero “estar en la calle tiene un rollo más vivo, casi como de lucha libre o de concierto de rock. Ves a las señoras con sus bolsas del mandado gritándole a los personajes. Hay una empatía con la que te reconoces con el otro. Pero con los distintos públicos es aprendizaje. Es el que nos da sentido.
“Tenemos que saber que como nuestro grupo sobrevive buscándole, hay que entender que el sentido de las obras que montamos es que las vea la mayor cantidad de gente. Al terminar las funciones, sabes que los dos tipos de públicos son chidos: el del teatro convencional y el de la calle.”
Abunda: Necesitamos tener dinero para seguir produciendo, por eso trabajamos en esas dos vertientes. No sólo vamos por el dinero. Hacemos actos en los que no lo ganamos, pero se gana en presencia
.
Virgilio acepta que por la autogestión somos creadores vendedores
, los cuales quieren en cada montaje enfrentarse con ese público que disfruta, que no se aburre, que no rompe nada, eso es lo más chingón. En el (teatro) Jorge Negrete (donde desde hace años hacen temporada de varias de sus obras) nunca le han pintado bigotes al mural de Siqueiros; la gente nunca ha reclamado su entrada, nunca ha hecho ningún desmadre adentro, porque lo que le contamos y cómo se lo contamos le gusta
.
El dramaturgo afirma: La gente tiene la capacidad de pensar y disfrutar otro tipo de productos que no sean los de la televisión; por eso es importante ser visto y verte, porque a nuestro público no le importa que no estés en los medios
.
Susana interviene: El grupo ha logrado una locura concreta: el trabajo de encontrar enlaces para seguir contando historias a la gente y aclarandoles el camino
.
Por ello saben que su responsabilidad es seguir haciendo este teatro, con el que incomodemos a los que se tenga que incomodar; hacer palpable algo como escuchar a 800 mujeres, que es cuando el arte del instante en el teatro tiene sentido
.
Hidalgo: memoria y sangre, viernes a las 20:30 horas, sábado a las 18:30 y 20 y el domingo a las 17 y 20 horas en el teatro Blanquita, ubicado en el Eje Central Lázaro Cárdenas número 16, colonia Centro. Boletos en el teatro y al 5325-9000.