Brasilia, 12 de septiembre. Dilma Rousseff, candidata presidencial brasileña del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), volvió a verse presionada para defender su cómoda ventaja en la campaña con miras a la primera vuelta prevista para el 3 octubre, tras conocerse este fin de semana un nuevo escándalo de corrupción.

La revista Veja acusó a Erenice Guerra, ex asesora de Rousseff y actual jefa de gabinete presidencial, de estar implicada en un presunto escándalo de corrupción.

Veja publicó que Guerra había ayudado a empresarios a conseguir contratos para obras públicas a cambio de pagos para la consultora de su hijo.

Guerra negó las acusaciones y dijo que sus cuentas bancarias estaban abiertas para el escrutinio del público.

El año pasado, momento en el que habría ocurrido el supuesto fraude, Guerra era asistente de la entonces jefa de gabinete Rousseff, que según los sondeos de opinión ganaría la elección del 3 de octubre por amplio margen.

El último escándalo, que ocupó los titulares de los principales diarios brasileños el domingo, con toda seguridad renovará los ataques contra Rousseff de su más cercano competidor, Jose Serra, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Serra, que tenía ventaja de 20 puntos en los sondeos a principios de este año y ahora va en segundo lugar por esa misma diferencia, lleva semanas acusando al Partido de los Trabajadores, de Rousseff, por un escándalo separado sobre acceso ilegal a registros tributarios de su hija y de otros miembros del PSDB.

Creo que están buscando un arma eficaz para atacarme, dijo Rousseff a la prensa la tarde del sábado.

Siento decirlo, pero no la encontrarán, agregó.

Está programado un encuentro televisivo entre Serra y Rousseff el domingo más tarde.

Rousseff, funcionaria civil de carrera, se ha beneficiado del apoyo del presidente Luiz Inacio Lula de Silva, quien se convirtió en el presidente más popular de Brasil gracias a su carisma personal y la pujante economía.