Los negros de México, excluidos de la historia
a presencia de los negros en la gesta de Independencia es uno de los grandes temas ausentes en los textos de historia, así como en los actos de reflexión y festejo que se llevan a cabo con motivo del bicentenario. ¿Descuido, olvido o simple desdén?
Invisible a los ojos de historiadores, la gente de origen africano, que en opinión del sabio Gonzalo Aguirre Beltrán constituye nuestra tercera raíz social y cultural, tuvo una participación activa en la lucha independentista. Baste mencionar al héroe Vicente Guerrero –de origen negro– y su ejército de pardos
para ubicar su presencia e importancia.
Hay quien dice que la ausencia de los negro en la guerra contra España se debe a que ésta se llevó a cabo justo en zonas geográficas donde no tenían presencia y, por ello, la historia oficial se nos presenta como una pugna de criollos e indomestizos contra la hegemonía española.
Debo aclarar que la trata esclavista efectuada a principios del siglo XVI, trajo a México un enorme contingente de negros africanos que, según las necesidades específicas de las zonas, fueron diseminados a lo ancho y largo del país para que realizaran labores agrícolas, de ganadería, mineras, artesanales, domésticas o de construcción de caminos y puentes.
En 1529 desembarcó el primer grupo de esclavos en costas mexicanas. Se calcula que en 1580 había más negros que españoles en la Nueva España. Se estima que a mediados del siglo XVII había unos 35 mil negros y 116 mil mulatos, y que para finales del XVIII, el número de negros puros había alcanzado los 60 mil y el de mulatos ascendió a 400 mil.
Cifras que apenas son eso: un registro de la presencia africana en la Nueva España. Una simple y escasamente citable estadística, ya que desde un principio los negros fueron despreciados y considerados indignos de cualquier estudio y recopilación.
Para el español de aquel tiempo, el negro esclavo tenía el mismo valor y consideración que cualquier animal doméstico o de carga. Y siendo liberto carecía de derechos, padeciendo discriminación social y racial. Por lo que, si había un grupo con deseos de hacer realidad los postulados de la Independencia, libertad y justicia social
, era el de los negros. Cuando Hidalgo arengó ¡A coger gachupines!
de inmediato, cimarrones y libertos procedentes de las comunidades cercanas a Guanajuato tomaron sus armas (básicamente herramientas de labranza) y marcharon a la aventura con el insurgente.
Muchos de esos negros provenían de las minas guanajuatenses, donde padecían una explotación inhumana. A ellos se unieron los que ya andaban alzados
. Porque así como en el estado de Veracruz existió el fenómeno de Yanga y sus negros cimarrones, en Guanajuato se dio el caso de esclavos que escaparon de los malos tratos y atropellos, y en alianza con grupos indígenas controlaron los caminos que cruzaban a la llamada Real de Minas.
En el libro Sociedades cimarronas (Siglo XXI, 1981), David M. Davidson refiere: Los esclavos fugitivos de las minas del norte aterrorizaban a las regiones, desde Guadalajara a Zacatecas; se aliaron con los indígenas y atacaron ranchos por sorpresa. En un caso, los cimarrones de las minas de Guanajuato se unieron con los guerreros indígenas chichimecas en una guerra brutal contra la población española
. Mientras tanto, los esclavos de las minas de Pachuca se refugiaron en una cueva inaccesible, de la cual salen periódicamente para hostigar al campo. Los negros de las minas de Atotonilco y Tonavista se le unieron con armas y crearon un palenque impenetrable
.
Cuenta la leyenda que Hidalgo tenía de caballerango a un negro bozal de nombre Eusebio Julián, de nación mandinga, hábil en la doma de potros y fiero con el machete
. Y que Morelos formó un grupo de colaboracionistas, conocido como Los Emulantes, integrado por niños negros, mulatos e indios del que salió Narciso Mendoza, el niño artillero.
La insurrección tomó fuerza y a oídos de otros grupos esclavizados llegaron las noticias del movimiento insurgente por lo que líderes negros, como uno de apellido Valdés que operaba en la Costa Chica de Oaxaca; Candelario Matosa (descendiente del lugarteniente de Yanga) en Veracruz; Cecilio Chí, en Campeche, y de los que no se encontró registro en regiones de Tamaulipas, Colima y Michoacán, se sublevaron armados principalmente con su valor y dignidad, organizando nuevas acciones en el proceso independentista. Ese fue el caso del grupo de negros procedente de Cuajinicuilapa que se unió al ejército de Vicente Guerrero cuando éste se replegó a la sierra del Sur, y que luchó a brazo partido hasta la proclama de Independencia, en 1821.
La labor que realizaron los negros en beneficio de la independencia fue destacada. Por eso resulta extraño que a 200 años de distancia, justo cuando se analiza
México, con enfoque en la construcción de una identidad nacional, se siga manteniendo en la invisibilidad a su población. Prueba de ello es el serial Discutamos México, en el que, en ninguno de los 150 programas, se hace referencia a la relevancia histórica de los negros en México.