oronto, 18 de septiembre. Al comparar notas con otros colegas, uno se da cuenta que la aparente medianía de la programación este año no es una percepción personal. El TIFF también ha sido víctima del bajón de calidad en la producción mundial. La cantidad de películas que comparten temas y narrativas habla de un agotamiento creador. No me alcanzan los dedos para contar los títulos incluidos sobre asesinos en serie (o múltiples); similarmente comunes fueron los dramas sobre familias en duelo por la muerte de un ser querido. Hubo dos comedias sobre superhéroes sin superpoderes. Dos thrillers sobre hombres atrapados en un claustrofóbico espacio. Quién sabe cuántas de adolescentes disfuncionales (finalmente son quienes más acuden al cine).
Uno se esfuerza por encontrar la joya oculta y, en el mejor de los casos, descubre curiosidades. Como Viva Riva!, uno de los raros ejemplos festivaleros de cine africano sin una agenda política o un contenido folklórico/musical. Producida en la República Democrática del Congo y dirigida por el debutante Djo Tunda Wa Munga, la cinta se inscribe en el género gansteril, al centrarse en un bribón llamado Riva que, al robarse un cargamento cotizado, se vuelve blanco de un capo de Kinshasa y unos hampones de Angola. No se trata de droga sino de gasolina, al parecer un combustible muy escaso por esos lares. Las cosas se complican cuando el protagonista se enamora de la bella amante del capo. Entre ambientes sórdidos, una manifiesta carga erótica y un alto conteo de cadáveres, el director consigue un tono pulp que Mickey Spillane no hubiera despreciado.
También interesante ha sido Essential Killing, coproducción polaca-noruega-húngara-irlandesa, segunda película en el regreso inopinado de Jerzy Skolimowski a la actividad cinematográfica. Un guerrillero talibán (Vincent Gallo) logra escapar tras ser capturado por el ejército estadunidense y se interna en un paisaje nevado, que podría ser la estepa rusa, mientras elude a sus perseguidores. Con diálogos sólo incidentales y apenas algunos acentos de música, Skolimowski filma con rigor esta historia de supervivencia en un entorno agreste, sin caer en la aventura heroica u otras convenciones hollywoodenses. En su lectura política, Essential Killing ilustra la tenaz resistencia tercermundista de quienes se han opuesto a la invasión de las superpotencias.
Una realización desnuda de adornos como la de Skolimowski contrasta con el dispendio de recursos en una película de época. Lope, por ejemplo. Esta coproducción hispano-brasileña, dirigida por el carioca Andrucha Waddington, supone la vida del dramaturgo Lope de Vega en los primeros años de su prolífica carrera, cuando se debatía entre dos amores. Según corresponde a la moda, todo se ve mugroso en la Madrid del siglo XVI, los personajes siempre están desaliñados, las uñas sucias. Ese realismo no aporta empero mucha convicción al desapasionado retrato de una figura que se plantea tan dado a los galanteos y duelos de espada como Errol Flynn (¿Os cae?). En tres películas, Waddington no ha desarrollado algo que pueda ser confundido con una personalidad y esa especie de pusilanimidad la vuelve perfecta para recoger falso prestigio. No extraña que la academia española la haya elegido como una de las tres candidatas a la nominación al Óscar.
Ya haciendo las cuentas finales, se reporta que la venta de películas ha sido exitosa en el 35º aniversario del festival Ese lado de la industria, por lo menos, sí cumplió.