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Ver día anteriorDomingo 19 de septiembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

De bicentenarios, ninis taurinos y otros descuidos

A

diferencia de los ninis normales, jóvenes que ni estudian ni trabajan y que en el país rebasan los 7 millones según cifras conservadoras, los ninis taurinos trabajan o incluso estudian y la mayoría no son jóvenes, sin embargo son ninis con capacidades diferentes que ni piensan ni actúan con respecto al interesante fenómeno sociocultural que dicen amar: la tradición taurina de México, que sólo se puede confundir con la de Cataluña si se carga con una brújula desimantada o con una mentalidad mexhincada.

Así, con motivo del bicentenario del inicio de la Independencia y del centenario del comienzo de la Revolución –entre tantas desviaciones ninguno de estos proyectos ha concluido–, a los ninis taurinos no se les ocurrió aprovechar los festejos correspondientes para reposicionar la fiesta de los toros o, habiéndoseles ocurrido, no lograron treparse al carro alegórico del presupuesto –más de 3 mil millones de pesos– ni de llevar a cabo por su cuenta, tan adinerados ellos:

Ni una propuesta sobre la memoria histórico-taurina del México dizque independiente y posrevolucionario. Ni un análisis del papel sociopolítico y cultural de la fiesta de toros en los 200 años recientes, patrocinado por alguno de los alegres partidos políticos. Ni una triste exposición a cargo de alguna premiada universidad. Ni un gramo de imaginación mercadotécnica en ninguna de las millonarias empresas del duopolio taurino.

Ni un solo libro sobre los dichosos aniversarios y la fiesta de los toros, incluido el taurinismo de Hidalgo, Allende, Morelos, Santa Anna, Bustamante, Díaz, Madero, Huerta, Obregón y Calles, entre otros. Ni una sola corrida de postín en ningún escenario, pues tendrían que haber importado diestros, en congruencia con la política neoliberal taurina dependiente y entreguista observada por los empresarios desde hace tres décadas. Ni un ciclo de conferencias o de debates de altura. Ni un circuito nacional de mesas redondas a cargo de peñas taurinas. Ni un cine-club itinerante del centenario y el tema taurino. Ni un concurso nacional sobre algo y los toros.

Con algo me refiero a que los ninis taurinos ya podían haber convocado, junto con sus poderosos patrocinadores, siquiera a diversos concursos nacionales de índole taurina jamás efectuados aquí y frecuentemente llevados a cabo en España y Francia como instrumentos de difusión e imagen de la tauromaquia en la sociedad, no sólo entre aficionados.

¿O serán tan ingenuos los habitantes de este país que sólo pueden creer en la Guadalupana, la televisión y el futbol? ¿Habrá superado este pueblo la mentalidad de la época de Maximiliano y Miramón? ¿El legado político de Juárez fue abolido por Salinas El Moderno y sus beneficiados? ¿La fiesta de toros de México se reduce a Hermosos, Ponces, Julis, Castellas y Tomases? ¿Independencia y soberanía son mera ficción también en materia taurina?

Con razón prefieren mandarle cartitas al presidente del gobierno español protestando por la abolición de las corridas en Cataluña que organizarse como mexicanos aficionados a los toros, unidos y con capacidad para exigir a empresarios y funcionarios respeto y estímulos, con rigor de resultados, a la tradición taurina del país, que a juzgar por sus niveles de imaginación y de aprovechamiento de conmemoraciones tiene los días contados.

Pero los países, como la vida, necesitan celebrarse a diario, con amorosa inteligencia que estimule las posibilidades de desarrollo y evolución de los individuos, de sus comunidades y sus tradiciones, no sólo para beneficio de unos cuantos o con ocasionales desfiles y espectáculos de relumbrón.

A dos siglos de iniciada su independencia y uno de que comenzó su revolución, la ciudadanía mexicana, urgida de educación, capacitación y trabajo, aún no se sacude –como en tiempos de la corona española y de don Porfirio– una conciencia sometida y manipulada, incluso en lo taurino, gracias a globalizonzos y a televisoras idiotas.