El Diario*
La criminalidad en las Fiestas Patrias
urante las fiestas del Centenario, la Ciudad de México ha presentado, justo es confesarlo así, una perspectiva de moralidad.
Sabido es que goza, ó por lo menos gozaba hasta hace muy poco tiempo nuestra Capital, de una triste reputación de centro de delincuencia y que figuraba con una fuerte porción en las estadísticas de las grandes ciudades con respecto á los delitos de sangre.
Pues bien, durante el mes del Centenario y especialmente en los días 15 y 16, no se registraron atentados en la ciudad, lo cual es profundamente halagador y sirve para demostrar que á su progreso material reúne la Metrópoli de la República un progreso moral efectivo, el cual progreso habla muy alto en pro de nosotros.
Se dirá tal vez que esto se debe á que se ha perfeccionado la policía y á que el señor Gobernador actual vigila con gran celo el orden en la Ciudad.
Pero lo cierto es que los medios represivos más energéticos no pueden nunca por sí solos producir efectos como los que apuntamos.
Lo que de hecho sucede, es que el pueblo ha progresado real y positivamente. En la actualidad la delincuencia ha disminuido de un modo evidente, no por virtud de la organización de un sistema preventivo y represivo más perfecto, sino porque ha entrado felizmente en la conciencia del pueblo, la práctica moral de respeto hacia la vida humana y el apartamiento de la embriaguez.
Nos felicitamos como miembros de esta sociedad al poder comprobar el progreso moral de que nos hemos venido ocupando.
Simulaba procesión de antorchas una gigantesca serpiente luminosa
Por más que multitud de pesimistas asegurara que nuestras fiestas del Centenario han resultado ñoñas y poco significativas, la verdad de las cosas, sea dicho con la debida ingenuidad, ha habido números excelentes y que por los sentimientos patrióticos que han despertado en el pueblo han sido magníficos.
El número de anoche, organizado por la empeñosa Comisión del Centenario, y consistente en un paseo de antorchas, resultó pintoresco y significativo en grado sumo.
Como se ofreció de antemano que á todos los que concurrieran les sería regalado un hermoso farol para que pudieran conservarlo como recuerdo de las fiestas del Centenario, muchas personas, primero por patriotismo y luego por conservar el recuerdo aludido, concurrieron á la manifestación.
*Se publicó de 1906 a 1917