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Ver día anteriorMartes 28 de septiembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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MUAC: arte povera
V

igente hasta finales de octubre se exhibe la antología de este movimiento, que no fue tal; el título proviene del manifiesto de Germano Celant, publicado en Flash Art en 1967.

Durante esa década Alberto Burri (1915-1995) –uno de los antecesores notables– quemaba plástico y de tiempo atrás cosía telas de costal sobre los que trabajaba con vendas quirúrgicas desechadas, papel quemado y otros implementos curativos. Por pertenecer a un grupo antifascista, estuvo en campo de concentración (Hereford, Texas, entre 1944 y 1946).

Empezó a cultivar allí una estética del desperdicio. No está exhibido, pero es uno de los médicos que hizo carrera como artista logrando desarrollar una poética especial.

Mario Merz (1925-2003) fue igualmente apresado durante la Segunda Guerra Mundial por idénticas razones. Es integrante del arte povera y está bien representado al igual que su esposa Marisa, que lo sobrevive. Lo que entre otras razones destaca en su producción es su empleo frecuente de la secuencia de Fibonacci, matemático del siglo XIII.

Hay una instalación con luces neón apoyadas sobre paquetes de Los Angeles Times y como quizá se recuerde, esta secuencia numeral simboliza el crecimiento progresivo, sin fin. La exposición se inicia con una de sus piezas emblemáticas, el casquete semiesférico similar a una cúpula. La denominó Iglú y fue estructura reiterada dentro de su producción. Merz también egresó de una facultad de medicina (Turín), pero no llegó a titularse. Una de sus acciones memorables fue su instalación de luces neón sobre el Foro Romano.

La misma idea numeral que anima las luces neón, priva sobre la instalación de mesas de madera, todas de la misma altura, todas numeradas pero de diferentes dimensiones que ocupa un espacio considerable cercado con avisos de prohibición.

No puede deambularse entre las mesas y eso obedece a una idea precisa, debido a que: Es posible tener un espacio con mesas para 88 personas, así como es posible tener un espacio con mesas para nadie, declaró el artista.

Otra pieza conceptual interesante es el sin título de Michelangiolo Pistoletto perteneciente a su serie de espejos.

La silueta de espaldas de un hombre de estatura normal en serigrafía está adherida a un espejo que refleja todo el ámbito, incluidos espectadores que van y vienen.

El hombre parece estar viendo algo, si se quiere saber qué es lo que ve, se cae en la cuenta de que a quien ve es a uno mismo, no hay manera de que no sea así, debido a la directriz que guarda la imagen.

El Pavimento tautológico, de Luciano Favro (1936-2007), ¿es un facsímil?, la cédula indica que pertenece a una colección privada en Milán, pero lo que hay sobre el piso son hojas del periódico La Jornada legibles, incluyendo fechas, la más reciente es del 2 de agosto de este mismo año, así que Favro no tuvo la posibilidad de seleccionarlas personalmente, así que la selección es de un delegado suyo, que pudo haber sido, o no, el curador de la muestra: Guillermo Santamarina.

Otra pieza de colección mexicana es la Banca de 1968 (colección Televisa) cuyo autor es Pier Paolo Cazolari. Es reveladora si pensamos en los sucesos de ese año en todo el mundo y principalmente aquí. La banca, propositivamente destartalada, pero muy bien exhibida, sirve de soporte a una vela encendida.

Verdad sea dicha, hay piezas muy menores, como el prisma de Giovanni Anselmo, que se propone como Estructura que come ensalada o las tres sábanas plegadas adheridas a muro, también de Luciano Favro.

Da la impresión de que sólo ocupan lugar, si bien de cierto modo adornan, como si fueran relieves.

No se puede ingresar al ámbito de la instalación con gas de Kounellis (italiano nacido en Grecia) y es normal que así sea. Se trata de tubos de acero con cilindros de gas propano, mangueras y sopletes presentada por primera vez en 1969.

Su manipulación acarreraría riesgos indudables, tal vez recuerda un poco las instalaciones de Christian Boltansky.

Tal vez por su banalidad sorprende la barra de metal colocada en el piso, titulada Respiro, de G. Anselmo. El respiro se connota mediante la esponja que la interrumpe a la mitad. Mide unos 8 metros y está colocada en diagonal. En este caso es la colocación, como riel de tren, lo que le otorga sentido.

Un video de Cazolari, vitrinas con documentos y otras obras, integran esta muestra que se percibe envejecida. Pero es cierto que entrega los lineamientos del arte povera: inspirados en DADA, paradójicamente su costo y montaje son altos.