Algunos municipios siguen inundados y los caminos bloqueados
Viernes 1º de octubre de 2010, p. 35
Medellín, Ver., 30 de septiembre. A 15 días del paso del huracán Karl, municipios como éste y otros, vecinos a las ciudades de Veracruz y Boca del Río, padecen la indiferencia de dependencias federales y estatales, que sólo en el discurso afirman que ya han ayudado a estas comunidades, devastadas por las inundaciones.
En un recorrido por Medellín, Jamapa y Manlio Fabio Altamirano se constató que rancherías y colonias están en el abandono; sólo se accede a ellas caminando más de una hora por sitios atascados de lodo, como en la colonia La Martucha, donde al menos 200 personas sufren la contingencia.
A diario, personal de las secretarías de la Defensa Nacional, Marina y Desarrollo Social, entre otras dependencias del gobierno federal, provenientes de las cabeceras de esos tres municipios, donde no hubo daños mayores, llegan en camionetas a los caminos y carreteras que no están anegados y esperan
que se reúnan los colonos que viven en las orillas, para repartir despensas.
“Cuando nos enteramos o nos avisan, casi siempre ya se han ido…”, dice desconsolada doña Juana Romero López, de la comunidad Las Puertas, en Jamapa. “Nadie nos ayuda realmente. Estoy vieja para caminar más de una hora, casi siempre cuando llego ya no están….”
Olvidados
Don Taurino Vera Pérez tiene 74 años de vivir aquí y nunca había escuchado un estruendo como el que emitió el río Jamapa hace 15 días, a las 3 de la madrugada.
Solo y en silla de ruedas, pensó en los borregos, en los cerdos, en el burrito de la labranza y oyó a sus perros fieles, que a ladridos avisaban del peligro. Los saqué como pude y ya el agua me daba a la cintura
, relata.
El agua vino con fuerza...
, dice Esteban Vera, de 61 años, hermano de Taurino, al tiempo que señala la milpa cercana donde una majestuosa ceiba –no propia de estas regiones– luce desgajada y expuesta su base de raíz, de casi tres metros de diámetro.
Conforme disminuye poco a poco el nivel del agua, en los caminos han comenzado a aparecer surgir animales muertos. El olor, en algunos trechos, es indescriptible: “ha de haber cristianos ahí, no sabemos…”, apunta Artemio Vera Utrera, quien lo perdió todo.
En comunidades como Rincón del Cópite, Rancho del Padre, Paso Real, Purga, Mozambique y Las Puertas, o colonias como El Espinal, los damnificados por Karl no han recibido despensas ni agua embotellada.
Lina Troncoso vive en Rincón del Cópite, congregación de Medellín. En su casa, el nivel del agua alcanzó dos metros. Quince días después, aún con el agua en los tobillos, se afana en sacar el lodo y recuperar algo de sus pertenencias. Su esposo, Armando Martínez, salió a buscar algo de comer. No tienen donde acostarse ni donde cocinar. Afirma que no ha recibido apoyo de ninguna especie.
Sólo pide pomada para aliviar los estragos de los hongos en los pies, que producen dolorosas y sangrientas cuarteaduras en la piel y en casos agudos impiden caminar. En el recorrido por estas poblaciones se observó que muchos hombres caminan con dificultad y, al preguntarles el motivo, responden que padecen este mal.
Eudelio Triana, vecino de Jamapa, dice molesto que Protección Civil del gobierno del estado tuvo responsabilidad en los daños sufridos por cientos de habitantes, debido a que nadie nos avisó
sobre la crecida de los niveles de los ríos Jamapa y Cotaxtla, y nos pudieron haber avisado
.
Cuenta cómo esa madrugada la corriente del río irrumpió con tal fuerza que arrastraba animales, árboles, camas, refrigeradores, vehículos “y claro que iban personas…”, sostiene.
En Rancho del Padre la desolación es total: Leobardo Martínez Pérez puso en venta su casa. Dice que no podría engañar a nadie: es visible la marca
del agua que cubrió su vivienda.
Remata su propiedad de 3 mil 600 metros cuadrados con tierra cultivable en un millón 200 mil pesos. Como él, muchos aquí han comenzado a poner letreros de “se vende casa con terreno…”
Su esposa narra que a una vecina el río le arrebató a sus dos pequeños de las manos esa madrugada: “y ahí anda buscándolos todavía…”