Energía
Martes 12 de octubre de 2010, p. 27
El presidente ruso, Dmitri Medvedev, y su contraparte chino, Hu Jintao, asistieron el 27 de septiembre a una ceremonia para marcar la terminación de un oleoducto que va desde el ducto Siberia oriental-océano Pacífico (ESPO, por sus siglas en inglés, aún incompleto), en Rusia, y la ciudad china de Daqing. La línea se extiende a lo largo de poco más de mil kilómetros, de los cuales apenas unos 65 están en Rusia.
El ESPO no ha llegado a la costa de Rusia en el Pacífico –le faltan como 2 mil kilómetros–, así que el tramo de Daqing es por ahora el final de la línea. La prueba de esta ruta de 600 mil barriles por día (b/d) está programada más adelante este año, de modo que el oleoducto comience operaciones regulares a principios de 2011.
Rusia produce poco más de 10 millones b/d de petróleo crudo y exporta unos 7 millones, la mayoría por rutas occidentales (puertos en el Báltico y el Mar Negro, así como un oleoducto hacia Europa central y occidental). Por tanto, las entregas a China vía la ruta Skovdorino-Daqing, de 600 mil b/d, tal vez complementadas por envíos hasta de 180 mil b/d por ferrocarril, representarían un primer paso para lograr un mejor equilibrio geográfico del perfil exportador del país.
Más adelante, al completarse el segundo tramo del oleoducto ESPO, de 1.6 millones de b/d de capacidad, hacia una terminal en la bahía de Kozimo, en el Pacífico, sería un gran avance para diversificar las exportaciones energéticas rusas a otros mercados.
Para Rusia, los atractivos del enorme mercado chino son evidentes. Además, sus principales clientes europeos tienen escaso crecimiento económico y buscan reducir su dependencia de los energéticos rusos. También para China tiene sentido profundizar una relación sobre energéticos: obtiene por ahora mucho más petróleo de Medio Oriente que de Rusia, pero tiene que pagar un extra por transporte.
Sin embargo, la relación ha sido de lento desarrollo. Por ejemplo, el nuevo oleoducto ha implicado una década de discusiones. En parte este lento avance obedece a la infraestructura: la producción rusa de petróleo y gas se concentra en Siberia occidental, desde donde los ductos corren hacia la parte europea de Rusia y de ahí a Europa. Sin embargo, también tiene que ver con la determinación de Moscú de no permitir que China adquiera propiedad sobre su negocio petrolero. Aunque Rusia ha hablado mucho contra la inversión occidental en ese sector, en realidad China es la que ha encontrado la mayor resistencia. Todos los acuerdos de producción compartida se han firmado con compañías occidentales como British Petroleum (BP) y ConocoPhillips. En contraste, se impidió a la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) comprar la productora estatal rusa Slavneft en 2002 y se limitó su inversión a sólo 500 mdd en Rosneft, la principal petrolera estatal. En cambio, BP y Petronas (Malasia) tienen acciones por mil mdd cada una.
A la fecha, China sólo ha avanzado en el sector petrolero de Rusia cuando ésta ha estado en necesidad desesperada de dinero. Los bancos chinos facilitaron 6 mil mdd a Rosneft para ayudarla en la compra de Yuganskneftegaz, columna dorsal de la compañía petrolera Yukos. (Esa operación impulsó a Rosneft a la cima de la tabla de producción petrolera rusa.) A cambio, Rosneft firmó un acuerdo para vender a CNPC 48.8 toneladas de petróleo entre 2005 y 2010, con volúmenes que iban de 80 mil b/d en un principio a 160 mil a partir de 2006.
Cuando el colapso de Lehman Brothers paralizó el sistema financiero internacional, en septiembre de 2008, Rosneft volvió a recurrir a los chinos. En esa ocasión el Banco de Desarrollo de China prestó 25 mil mdd a Rosneft y al monopolio estatal de oleoductos Transneft, y a cambio esas empresas se comprometieron a proporcionar a China 300 mil b/d durante 20 años a partir de 2011.
El ducto de Skovdorino es, pues, esencial para que Transneft y Rosneft cumplan esas obligaciones con China. Además, CNPC y Rosneft han formado una empresa común para construir un complejo de refinación y petroquímica en Tianjin y para instalar una cadena de 300 a 500 estaciones de servicio para vender el petróleo refinado a los consumidores. La tan anunciada sociedad energética comienza a cobrar forma.
Obstáculos en cuanto al gas
En el negocio del gas las relaciones no se han desarrollado con la misma rapidez, aunque los planes son tan antiguos como los del sector petrolero. Hace varios años las partes acordaron en principio que Gazprom vendería 70 mil millones de m3 al año a China, a entregarse por dos gasoductos: uno de Siberia occidental a China occidental, y otro de Siberia oriental a China oriental (es decir, cerca del oleoducto de Skovdorino). Sin embargo, las negociaciones se atoraron por cuestión de precio. El gas, a diferencia del petróleo, no es un producto del comercio mundial; el precio varía según la región. El precio de las exportaciones de Gazprom se fija según la fórmula europea, indexada al petróleo, lo cual no conviene a China.
Rusia exporta hoy la mayor parte de su energía a clientes de occidente porque no tiene alternativa: los oleoductos de las principales regiones productores de Siberia occidental van hacia el oeste. Conforme estos campos se agoten y se abra territorio virgen, surgirán más oportunidades y el país tendrá oportunidad de reducir su exposición a los desconfiados europeos y sus economías de bajo crecimiento.
Sin embargo, existen marcadas diferencias con respecto al petróleo y el gas, las cuales sugieren que será más fácil para Rusia transferir sus exportaciones petroleras a Asia que las de gas. Tres campos petroleros en Siberia oriental –Vankor (Rosneft), Verkhnechonsk (TNK-BP) y Talakan (Surgutneftegaz)– pronto producirán petróleo suficiente para llenar el oleoducto ESPO hacia Daqing. En contraste, la única producción gasífera de importancia en Siberia oriental y en el extremo oriente ruso está en aguas costeras, en Sakhalin, y, como no existe un acuerdo sobre Sakhalin-1, todos los volúmenes exportables hasta 2020 ya están comprometidos. En resumen, Rusia tiene petróleo para surtir a China ahora mismo, pero gas no.
La estrategia energética rusa de aquí a 2030 confirma que el sector petrolero está mejor situado que el del gas para desarrollar exportaciones con destino a Asia en las próximas décadas. En 2005, Siberia oriental y el lejano oriente ruso producían apenas 1% del petróleo del país: 4.6 millones de toneladas de un total de 470 millones, en tanto Siberia occidental producía 334 toneladas. En 2030, cuando se prevé una producción de 530 millones de toneladas, casi 20% (101 millones) se producirá en Siberia oriental y el lejano oriente ruso. Con base en esas cifras, son viables importantes exportaciones a mercados asiáticos, entre ellos China.
La situación del gas es distinta. En 2005 Siberia oriental producía apenas 4 mil millones de m3 de un total nacional de 641 mil millones. En ese año la columna vertebral de la industria gasera rusa, la región de Nadym Pur Taz (NPT), producía 585 millones de m3. Hacia 2030 se prevé que la producción de NPT decline a 317 mil millones de m3, aunque se espera una fuerte elevación de la producción nacional, a 885 mil millones. Aunque se estima que Siberia oriental producirá 45 mil millones de m3 hacia 2030 y el lejano oriente ruso otros 85 mil millones, las principales fuentes del crecimiento del sector estarán en otra parte: la Rusia europea y dos regiones ubicadas cerca de NPT: la península de Yamal y la bahía de Ob Taz.
Siberia oriental y el lejano oriente ruso representarán un respetable 15% de la producción nacional de gas, pero con respecto a las exportaciones a Asia existen tres factores inhibidores: primero, la declinación de NPT obligará a dirigir buena parte de la nueva producción hacia los clientes domésticos existentes. Segundo, el gobierno pretende gasificar el lejano oriente ruso, y los campos locales serían la fuente más obvia. Tercero, la mayor parte de la producción de Sakhalin-2 ya está vendida, y una porción de su GNL irá a Norteamérica, no a Asia.
Fuente: EIU
Traducción de texto: Jorge Anaya