Cualquier programa o ley para crear empleos que se base en incentivos fiscales para los empresarios fracasará como el programa del primer empleo del presidente Felipe Calderón porque privilegia los beneficios de los patrones por encima de la visión social que el Estado debe tener sobre el trabajo, aseguró Gerardo González Chávez, coordinador del seminario El mercado de trabajo en México del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

Entrevistado sobre la ley de fomento al primer empleo, promovida por del PRI y aprobada como decreto dentro del paquete económico para 2011, el investigador consideró que tiene la misma plataforma que el programa del primer empleo que Calderón lanzó en 2007, no le auguro muchas posibilidades de éxito.

Sea ley o programa, dijo, ambos esquemas funcionan con el Estado como facilitador de negocios cuando su responsabilidad debe ser promover los empleos de manera directa y hacer valer el interés social en equilibrio con el privado, no únicamente éste último, indicó González Chávez.

Mientras no se tenga claro ese objetivo cualquier intento está destinada al fracaso. En lugar de ley para el primer empleo debería aprobarse una ley de impulso a la producción. El Estado tiene que multiplicar los beneficios sociales, es una perspectiva hacia el otro lado porque hasta ahora sólo se atiende el lado de los empresarios cuya razón de ser es ganar, consideró.

Concebida por la bancada priísta en el Senado para atender a millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan e incluso a personas de más edad que nunca han conseguido un empleo formal, la iniciativa fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados con un decreto que adiciona varias disposiciones a la Ley del Impuesto sobre la Renta y lo mismo hicieron el viernes pasado todas las bancadas de la cámara alta.

Para ponerla en marcha, los legisladores le asignaron 7 mil 601 millones de pesos, monto que restaron a los 68 mil millones de pesos que Hacienda pretendía recibir de contribuciones tributarias.