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La espera: la seducción..., ensayo que se apega a la versión de Basile, más sexual y violenta

Analiza Kelly A.K. la permanencia de la bella durmiente en la literatura universal

Aún tiene algo que decirnos, por eso se sigue recreando, explica la autora en entrevista

 
Periódico La Jornada
Lunes 25 de octubre de 2010, p. a12

El tema de la bella que duerme es constante en la historia de la literatura universal. Parte de una narración oral de Giambattista Basile, que se publicó de manera póstuma en 1634, y ha pasado por numerosas modificaciones, de Perrault a los hermanos Grimm, quienes le dieron una connotación más de cuento de hadas, hasta llegar a Yasunari Kawabata, Elfriede Jelinek y Anne Rice.

¿Por qué un tema y un personaje tan antiguos se siguen repitiendo? De esa pregunta parte la periodista Kelly A.K. para escribir su ensayo La espera: la seducción de las bellas durmientes, publicado por la editorial independiente Textofilia.

Todavía tiene algo que decirnos, por eso se sigue utilizando, recreando, para que existan tantas versiones contemporáneas del mismo personaje. Partí de ahí para la investigación, pero fue algo muy loco, porque, si bien se supone que en una investigación, en un ensayo tomas distancia: me di cuenta de que me estaba tocando puntos sumamente profundos, muy íntimos. Así, habla de la bella durmiente desde la perspectiva de la espera.

Ya había escrito un capítulo y no podía seguir con el segundo porque me quedé pasmada. Sentí que mi inconsciente me había hecho una jugarreta, que había decidido escoger un tema que inevitablemente iba a acabar en una investigación sobre un tema muy específico, como es el de la espera, que me toca a niveles muy profundos.

–¿Por qué?

–A nivel personal tengo una historia con un familiar a quien esperé mucho tiempo, desaparecido; fue vivir en la espera. La espera se vive en carne viva y yo la viví así. Unos meses después de que se resolvió comencé la investigación. De cierta manera tenía que entender, además de sentir, qué era la espera.

Fui una especie de durmiente, estuve en pausa un rato. Ahora siento que estoy en una vorágine, que estoy viviendo mucho.

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De Basile a Perrault hay un gran cambio, se le quita el erotismo, indicó en entrevistaFoto cortesía de la escritora

La espera, desde el punto de vista no sólo de cuánto dura, sino de las expectativas que genera. Vamos construyendo en la espera, por eso cito mucho a Barthes, quien dice que la expectativa que creamos del otro nos trastorna.

La bella durmiente espera, al menos en las versiones modernas, a que el príncipe la salve. Tendida en una cama pareciera que no le toca hacer nada más que aguardar, cuando en realidad ella es quien mueve al héroe a la acción.

–¿El verdadero héroe de la historia no es el hombre, sino esa mujer que yace?

–Exacto, nos equivocamos de héroe: ella es la heroína, y es mucho más activa de lo que parece. Es como la mujer mexicana: parece pasiva, que no hace daño, que no mata ni una mosca, cuando realmente somos de armas tomar.

La historia cambia según la época o el país. Nace en la literatura con Basile, quien retoma una vieja leyenda. “De Basile a Perrault hay un gran cambio: se le quita la sensualidad, el erotismo. Hay que entender que en un principio no existía la noción de cuento infantil. Nosotros lo vemos así, pero realmente eran cuentos orales. Yo me apego más a la versión de Basile, que es mucho más sexual, violenta, tiene más carnita.

La de Perrault es más ñoñona, y los hermanos Grimm lo transforman en un cuento mucho más fantástico. El primero no lo es, es el lino, la cuestión del despertar, las hadas aparecen para ayudarla a amamantar, no hay embrujos ni brujas; lo del lino enterrado es una cuestión de mala suerte. En las versiones contemporáneas ya hablamos de otra cosa.

Así, cada versión, con elementos distintos, aporta a la configuración del personaje de la bella durmiente. Cada autor le da otro matiz; es un espejo distinto.