Madrid, 5 de noviembre. Bajo la leyenda Yo no te espero, reproducida en camisetas, calcomanías y, sobre todo, en las redes sociales miles de ciudadanos se están movilizando para expresar su rechazo a la presencia del máximo líder de la religión católica, Joseph Ratzinger, al que además llaman el Papa de las juventudes nazis.

Una de las protestas de Barcelona será el gran beso homosexual con que pretenden denunciar el carácter xenófobo de la doctrina católica, para lo que esperan reunirse a las puertas de la catedral de la capital catalana centenares de personas con el único objetivo de darse un beso, de preferencia entre personas del mismo género.

Más tarde, en la misma plaza, una manifestación del sindicato CGT, que pretende denunciar la influencia de la jerarquía católica para que la sociedad adopte formas sumisas ante las injusticias y fomenta creencias como el miedo, el culto a lo desconocido, la sumisión y la irracionalidad.

También hay protestas por los gastos que ocasiona la visita de Benedicto XVI, quien llega este sábado a Santiago de Compostela en momentos difíciles en la economía española. En este contexto de recortes sociales, que el Estado gaste millones de euros para pagar los viajes de este señor es inadmisible. Ratzinger, como ciudadano del mundo, puede viajar donde le apetezca. Como misionero de una determinada doctrina puede hacer lo que se le antoje, siempre que lo sufrague con sus propios medios o los de sus fieles, señalan los convocantes.

Asimismo se denuncia a la Iglesia por ser una institución que trata discriminatoriamente a las mujeres, practica la homofobia, ataca los avances científicos, atenta contra la salud de millones de seres humanos al condenar todas las formas de prevención en materia de anticonceptivos o en transmisión de enfermedades, condena el sexo placentero, no es democrática en su funcionamiento interno, no acepta importantes principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y no ha ofrecido perdón cuando ha sido partícipe de crímenes contra la humanidad.

Menos de 15 por ciento de la población católica de España acude diariamente a misa lo que explica el paulatino pero constante vaciamiento de las iglesias, que incluso en los llamados días de guardar están casi desiertas.

Un sondeo difundido hoy por el Centro de Investigaciones Sociológicas, el más fiable del país, también aporta otros datos relevantes, como que las bodas civiles ya son mayoritarias ante las católicas o que más de 60 por ciento de los creyentes nunca va a misa.

El informe agrega que pese a que 73 por ciento de los españoles se dice católico, sólo uno de cada 10 sigue los oficios religiosos.

Además, se confirma la tendencia de la disminución de creyentes católicos, pues en sólo cinco meses el porcentaje de católicos disminuyó en 0.8 por ciento. Quienes se consideran no creyentes o ateos equivalen a 22 por ciento de la población española.