Comercio mundial
Martes 9 de noviembre de 2010, p. 30
Los metales conocidos como tierras raras son un grupo de 17 elementos de propiedades químicas similares. Su utilidad particular radica en que reaccionan con otros elementos (como los metales básicos) para crear efectos que éstos no logran por sí solos. No son raros en realidad –incluso los más escasos existen en mucha mayor cantidad que el oro o el platino– y su distribución geográfica es amplia.
Pese a que la mayor extracción de estos metales se realiza en China, también existen grandes reservas en Australia, Norteamérica y Rusia. Por lo regular se encuentran amontonados unos con otros, a menudo al lado de elementos radiactivos, lo cual hace complicada y costosa su extracción. Se requieren grandes cantidades de agua, ácido y electricidad para extraerlos y refinarlos, y el manejo de residuos también es difícil y costoso.
Estos factores han contribuido a que China domine la oferta, pues los bajos salarios y la laxa regulación ambiental (al menos hasta hace poco) le han permitido extraer tierras raras a un costo relativamente bajo, en tanto las minas en otros países han dejado de ser viables comercialmente y han cerrado.
El dominio chino del mercado también se ha vuelto más fuerte porque el uso de las tierras raras se ha elevado en forma dramática en años recientes: de 40 mil toneladas en 2000 a 120 mil en 2010. Automóviles híbridos, turbinas de viento, teléfonos móviles y muchos aparatos electrónicos, entre ellos computadoras, se cuentan entre el número cada vez mayor de productos modernos que contienen componentes hechos de tierras raras.
Las preocupaciones por la oferta surgieron en septiembre del año pasado, cuando China anunció que reduciría a 35 mil toneladas su cuota de exportación anual. En 2009 las exportaciones sumaron 50 mil toneladas. Luego, en julio de 2010, las autoridades chinas anunciaron que las exportaciones se restringirían a 8 mil toneladas en la segunda mitad de este año, después de que en el primer semestre fueron de 20 mil.
En fecha más reciente, las preocupaciones por la oferta han aumentado, luego que el gobierno japonés se quejó de que las ventas de tierras raras que le hacía China prácticamente se habían detenido. Los importadores de EU y países europeos han presentado informes divergentes; algunos sugieren que la oferta es saludable, en tanto otros se quejan de desabasto. Parece que las exportaciones a EU y la Unión Europea continúan, pero se han reducido en forma considerable. La queja de Japón coincidió con una serie de desencuentros políticos con China y provocó temores de que ésta se valga de su dominio en el sector para impulsar sus ambiciones políticas y/o económicas. Sin embargo, el 28 de octubre el New York Times reportó que China había reanudado los embarques.
Una posibilidad es que China busque maximizar el valor agregado de sus manufacturas limitando la exportación de metales raros. Las tierras raras son significativamente más baratas en China que fuera de ella, en parte porque hay mucha más disponibilidad, pero también porque se aplica un derecho de exportación de 25% y un IVA de 17%.
China consume dos tercios de la producción mundial de tierras raras, gran parte en fábricas propiedad de compañías extranjeras. (La cuota de exportación sólo se aplica a la materia prima, no a cualquier forma procesada de estos metales.)
Podría ser que China use su poder de mercado para atraer inversión extranjera a su sector manufactuero y así incrementar el valor agregado de éste y estimular la transferencia de tecnología.
Llamado de alerta al resto del mundo
Los recientes recortes de China a las exportaciones, junto con la creciente demanda y los precios en aumento, han servido para recordar que el mundo depende de los chinos para casi toda su provisión de tierras raras. Si bien esto parecería dar a China una postura fuerte en el mundo, las restricciones a la oferta también podrían resultar contraproducentes.
En teoría, el alza de precios haría más viable económicamente la extracción de tierras raras en otras partes del mundo, suponiendo que los precios se sostengan (históricamente, los precios de estos elementos han sido volátiles). Además, es probable que los gobiernos ofrecieran incentivos a las empresas mineras como parte de los esfuerzos por reducir la dependencia de la oferta china. La carestía y la escasez podrían también disparar una búsqueda de materiales alternativos a las tierras raras.
El proceso de desarrollar o relanzar operaciones de minería de tierras raras fuera de China ya está en camino, y es probable que se acelere. En EU, Molycorp, propietaria de la mina de Mountain Pass, en California, se apresta a reabrir la operación de tierras raras que cerró en 2002 por ya no ser rentable. En agosto recabó 379 mdd en una oferta pública inicial y ahora busca otros 150 mdd en financiamiento. La firma espera producir unas 20 mil toneladas de tierras raras, seis por ciento de la demanda global y más de la demanda estadunidense, hacia finales de 2012. Al mismo tiempo Glencore, comercializadora de productos básicos con sede en Suiza, se propone relanzar la mina de tierras raras de Pea Ridge, en Misuri. También está en marcha el desarrollo de operaciones mineras en India, Canadá, Vietnam y Australia.
Las consideraciones ambientales podrían resultar un impedimento más importante que la volatilidad del mercado para la reanudación de la minería de tierras raras fuera de China. Si bien tal vez los gobiernos ayuden a subsidiar operaciones mineras como parte de los esfuerzos por asegurarse una provisión, las preocupaciones por el daño ambiental persistirán y es probable que eleven los costos en forma significativa. Sin embargo, China también enfrentará un perfil de costos cada vez más alto conforme busque mejorar su regulación ambiental.
El encarecimiento de las tierras raras podría ser un golpe de suerte a corto plazo para los productores y exportadores chinos, pero los precios no parecen sostenibles, dado que estimularán el comienzo de operaciones mineras y el desarrollo de sustitutos en otras partes. No parece convenir a China provocar represalias de otros países, las cuales podrían dañar su tan importante sector de exportaciones y amenazar el medio de vida de los trabajadores de la industria exportadora.
En cualquier caso, muchos de los artículos electrónicos en los que se usan las tierras raras son fabricados en China, por lo cual la presencia o ausencia de restricciones a la exportación es menos relevante. En suma, no es probable que se materialice el temor de una guerra comercial sobre este tema.
Fuente: EIU
Traducción de texto: Jorge Anaya