Confiado en que la próxima semana el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le será favorable –en la impugnación interpuesta en su contra–, Roberto Gil Zuarth, candidato a la dirigencia del PAN, manifestó ayer su oposición a que Acción Nacional vuelva al discurso de 2006, en el que aseguró que Andrés Manuel López Obrador era un peligro para México.

El PAN debe definirse por lo que propone y no por lo que se opone, subrayó el diputado federal, en alusión a las declaraciones de su contendiente Cecilia Romero, acerca de que se encargara de eliminar los peligros para México de llegar a la presidencia del blanquiazul.

El PAN, agregó Gil, debe generar esperanza e ilusión entre los ciudadanos de cara a los comicios de 2012. También tiene que insistir en la profundización del cambio en el país.

De ganar la contienda por la jefatura nacional del PAN, se comprometió a ser imparcial y objetivo en el proceso de selección del postulante a la Presidencia de la República.

Identificado con el grupo que promueve la candidatura de Alonso Lujambio o la de Josefina Vázquez Mota, expuso que el presidente de un partido no tiene derecho a tener candidato: su función es conducir el proceso de manera armónica y generar espacios para que todos los aspirantes puedan desahogar su liderazgo y fortalecer su presencia pública, con el propósito de que la candidatura se resuelva conforme a la soberanía de los panistas.

Ofrece cuidar los tiempos de la sucesión presidencial

En entrevista con este diario, resaltó que el PAN tiene una opción amplia de candidatos a la Presidencia, como los secretarios de Hacienda, Ernesto Cordero; Educación, Alonso Lujambio, y Desarrollo Social, Heriberto Félix; además de la coordinadora de los diputados federales, Josefina Vázquez Mota; el senador Santiago Creel y los gobernadores de Guanajuato, Juan Manuel Oliva; Jalisco, Emilio González, y Morelos, Marco Antonio Adame.

Subrayó que el PAN iniciará el proceso de selección de su candidato conforme a los tiempos establecidos en la ley. El partido en el gobierno debe cuidar los tiempos de la sucesión, pues en cuanto abre su elección interna detona la de los otros partidos y se cancela la posibilidad de aprobar las reformas que se requieren en lo que resta del sexenio.