La disidente recién liberada fue recibida por unos 10 mil simpatizantes en la sede de su partido
Declina comentar si exhortará a Occidente a levantar las sanciones contra esa nación
Lunes 15 de noviembre de 2010, p. 28
Rangún, 14 de noviembre. La lideresa opositora de Myanmar Aung San Suu Kyi llamó hoy a sus compatriotas a la unidad
y a la reconciliación
para conseguir la democracia en su país, durante una multitudinaria comparecencia pública un día después de su liberación al acudir a la sede de su partido, la Liga Nacional de la Democracia (LND).
Hablaré con cualquiera que quiera trabajar por el bien del país y la democracia
, dijo Suu Kyi en el local de su partido. Se estima que unos 10 mil simpatizantes de la también premio Nobel de la Paz 1991 acudieron al lugar portando pancartas en las que se leía ¡Queremos a Suu!
y Larga vida para Aung San Suu Kyi
.
La democracia es la libertad de expresión. Necesito la energía del pueblo. Quiero oír la voz del pueblo; luego decidiremos lo que queremos hacer
, dijo.
La activista de 65 años ofreció una rama de olivo a la junta militar, al señalar que no tenía resentimientos hacia aquellos que la mantuvieron detenida 15 de los últimos 21 años.
Estoy en favor de la reconciliación nacional. Estoy en favor del diálogo y, sea cual sea mi autoridad, quiero utilizarla para este fin
, agregó Suu Kyi.
La disidente de 65 años apenas si pudo abrir la puerta del automóvil debido a la multitud que intentó llegar hasta ella. Sus guardaespaldas tuvieron que abrirle paso entre la gente para llegar al local. Suu Kyi se reunió ahí con diplomáticos extranjeros antes de hablar ante sus seguidores.
Más tarde, al hablar con la prensa, se negó a comentar directamente si exhortará a Occidente a levantar las sancio- nes que según muchos perjudican a la población al permitir que la junta militar monopolice la economía de la nación rica en recursos.
Diplomáticos esperan que Suu Kyi trabaje con Occidente para poner fin a las sanciones que ella misma apoyó alguna vez, pero ahora son vistas por muchos como forma de contribuir a problemas económicos crónicos en un país de 50 millones de personas, donde un tercio de la población vive en la pobreza.