La importancia capital de la cumbre de alcaldes
Horizonte nada halagüeño para las ciudades
o hay remedio.
La ciudad de México se encuentra ya dentro de las 40 megaregiones del mundo, es decir, inmersa en un proceso de desigualdad y deshumanización que caracteriza a eso que se ha dado en llamar ciudades sin limites
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La muy compleja situación nos advierte que en cuatro décadas, 70 por ciento de la población del mundo vivirá en contros urbanos, y no precisamente gozando de los grandes avances tecnológicos o aprendiendo en las grandes universidades, mucho menos habitando espacios plenos de servicios. Lo más seguro, advierten los urbanistas, es que la mayor parte de la gente sobreviva en cinturones de miseria, de favelas u hoyos de miseria.
Si, según las mediciones de las organizaciones mundiales, a estas fechas la mitad de la riqueza mundial se acumula en sólo 25 ciudades del mundo, el horizonte para la mayor parte de la humanidad no resulta nada halagüeño. De ahí que la cumbre de alcaldes que se celebra en el DF, además de plantearse las posibilidades de limpiar las metrópolis de los ambientes cada vez más enrarecidos por el mismo urbanismo, tienen que mirar de cerca el futuro desastroso que se edifica en estas ciudades sin límite.
El abandono del campo está ligado, desde luego, al espejismo del buen vivir en las zonas urbanas. Nadie, ni los más radicales apóstoles del neoliberalismo o del capitalismo con disfraz de izquierda, puede asegurar a quienes se alejan del campo que su vida será mejor en las ciudades o que lograrán ,por lo menos, una pobreza digna. Este año que termina las agencias especializadas aseguran que mil millones de personas se refugian en los hoyos de miseria que han producido las grandes urbes.
En la ciudad de México, la gente que sobrevive casi sin los servicios básicos, sin agua corriente en sus hogares, sin luz eléctrica y hasta sin pavimento en su calles se cuenta en un aproximado de tres millones. La tarea, entonces, sería tratar de reinventar las formas que han marginado a esos enormes núcleos de personas, en todo el mundo, para alcanzar niveles de desarrollo más justos, aunque menos vistosos.
Es muy importante la reunión de alcaldes y jefes de gobierno que se celebra en la ciudad de México. El esfuerzo del gobierno de Marcelo Ebrard por reunir aquí a todos esos personajes tendrá que ser algo más que el poder de convocatoria para que no termine como la ya frustrada cumbre climática que se celebrará en Cancún, que no servirá para nada.
Los acuerdos que genere la reunión no solo deberán ser obligaciones para el Gobierno del DF, también tendrá que ser la lección de las experiencias aprendidas la que impulse los cambios que requiere la política de nuestra gran urbe, para disminuir, cuando menos, la desigualdad y la marginación que ha producido el periodo más desafortunado en la historia del país, y que es el resultado de la política de desigualdad que han generado los pasados 25 años de neoliberalismo en México.
La lucha de Ebrard por lograr mayor justicia financiera para el DF nadie la puede negar. La ciudad es la entidad, en todo el continente, que más programas sociales ha instaurado, y eso es plausible si los consideramos como un dique, como el mayor esfuerzo por prevenir la violencia, pero parece que ya no basta. Algo más tendrá que exigirse Ebrard para atacar desde la raíz los males que han dejado el capitalismo y la hipocresía de la socialdemocracia. Bueno, eso esperamos.
De pasadita
Ya están listos los primeros acuerdos de los cinco que se han unido con miras a la sucesión política en el DF. Brugada, Batres, Mirón, Quintero y Gómez anunciarán muy pronto, antes de que concluya el mes, un muy interesante proyecto para construir una candidatura de izquierda que sustente la posibilidad de la izquierda real para seguir gobernando la capital de México. Ya hablaremos de eso.