Opinión
Ver día anteriorJueves 18 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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31 Muestra Nacional de Teatro
A

ntes de hablar de las escenificaciones, quisiera referirme al Plan de Trabajo de la Coordinación que presentada por su titular Juan Meliá, que es una propuesta bien estructurada y abarca rubros muy importantes y que requiere una gran difusión entre los creadores escénicos. Desde luego no volví a ver lo llevado del DF que ya conocía y me disculpo por no haber asistido a la Muestra en cuatro actos que lleva toda la noche presenciarla, lo que mi venerable edad ya no tolera, pero me gustaría destacar algunas de las vertientes que prevalecieron, tanto en mesas de análisis como en escenificaciones, sobre todo por parte de los dramaturgos de la más reciente generación en esta Muestra cuya sede en Guadalajara no resultó del todo hospitalaria. Ver textos y montajes me suscitó el temor de que los más jóvenes dramaturgos persiguen más el éxito inmediato de público que un lenguaje propio para decir lo que les interesa, es decir, ya no escriben con la convicción inherente al arte de que habló Claudel.

Alejandro Ricaño, que tiene premios y buenas críticas, esta vez escribió por encargo de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana para ser dirigida por uno de los titulares, Alberto Lomnitz, Idiotas contemplando la nieve. El planteamiento es interesante como crítica social y el entramado es sólido, pero los excesos escatológicos y lo burdo de las situaciones hablan más de la búsqueda de la risa del público que de un interés real por lo que se dice, como se confirmó en la mesa de análisis. Se trata de un texto y una escenificación más propia de programa cómico de Televisa que de una universidad. Lo mismo se podría decir de Mario Cantú Toscano, que se inspiró, como Felipe Calderón, en un programa estadunidense de la televisión no para hacer un búnker, sino para escribir El hombre sin adjetivos cuyo atractivo título recuerda a Musil pero cuya inane sustancia no pudo ser salvada por la imaginativa dirección del tijuanense Daniel Serrano. Esta postura y lo expresado por teatristas de una generación anterior en alguna de las mesas redondas en donde se habló del video integrado a las escenificaciones (olvidados de Piscator y su integración del cine al teatro) y del performance (olvidados del viejo happening) como extraordinarias novedades o del hallazgo que suponen los textos sin acotaciones (olvidados de lo que Óscar Villegas escribió hace más de 40 años en el mismo sentido) me parece preocupante.

Se vio un buen teatro infantil con la versión jalisciense de Adiós querido Cuco de Berta Hiriart dirigida por Susana Romo y una indignante de la pésima y eurocentrista Cristóbal Colón de Vivian Blumenthal dirigida por Rafael Sandoval, también de Guadalajara, además de las que se llevaron del DF, entre las que no había visto la excelente e imaginativa El pájaro Dziú de las muy talentosas Marcela Castillo y Anick Pérez. Inauguró la Muestra Ubú rey de Alfred Jarry en versión para marionetas en dirección de Ihonatan Ruiz con muy buenas soluciones que se apreciaron gracias al video que amplificaba a los muñecos. Yucatán presentó Nuestra señora de las nubes Macondo sin mariposas escribió la inteligente crítica local Verónica López– de Arístides Vargas, caballito de batalla de muchos grupos, dirigida por Nelson Cepeda Borba con los estereotipos de costumbre.

De Tamaulipas, Merardo Treviño presentó su interesante aunque excesiva versión del texto shakespereano ¿Quién es Macbeth? con alusiones a la violencia en el país. De Jalisco, Manuel Parra dirigió con acierto Perros hinchados a la orilla de la carretera, el texto de Legom que habla de los marginados. En Querétaro, Mauricio Jiménez dirigió su refinada adaptación de la novela de Elena Poniatowska Querido Diego, te abraza Quiela y Martín Acosta propuso para Puebla una excelente versión libre de La creación del mundo de Lope de Vega a cuyo título añadió La primera culpa del hombre un poco opacada por las deficiencias actorales del elenco. El sinaloense grupo Tatuas escenificó con gran fuerza Cananeas, el conmovedor texto de Sergio Galindo dirigido por el autor y la CNT cerró la Muestra con El jardín de los cerezos de Anton Chéjov dirigida por Luis de Tavira, de la que espero ocuparme en su estreno capitalino.