Sonora, 21 de noviembre. Con un reclamo por la autodeterminación y autonomía como forma justa de ser al fin mexicanos en plenitud, concluyó el Foro en Defensa del Agua. También hubo rechazo unánime a la militarización, la contrainsurgencia y el paramilitarismo en sus comunidades y en el país; a la minería, a la explotación irracional e industrial de los ríos y a los proyectos dañinos del mal gobierno.

Esta noche, al son de Los Chicos de la Comarca, excelente banda de cumbia norteña, en la explanada de la comunidad anfitriona, se despidió el foro, convocado por el Congreso Nacional Indígena (CNI) y las tribus de Vícam y Potam, dos de los ocho pueblos tradicionales yaqui. Sin agua somos nada. Sin agua es la muerte, concluyeron los indígenas.

Por la mañana, Ofelia Rivas participaba en las mesas de trabajo entonando cantos de su pueblo, el tohono od’ham. Todos nuestros cantos y oraciones hablan del agua de la lluvia, del mar, de la que sale de la tierra. Pero además del fervor sagrado de su voz en la lengua de los pápagos, también trae la denuncia. En inglés. El gobierno de Sonora amenaza con realizar obras en sus territorios sagrados en la costa, manantiales y cuatro lagos. Sépase que los to’hono od’ham son mexicanos en razón de su lengua madre, su lugar de nacimiento y la tierra que pisan, no por hablar castellano. A caballo en la frontera, también son de Arizona.

Santos de la Cruz, joven autoridad del pueblo wirrárika de Bancos de San Hipólito (Durango), expone el proceso que llevó a su comunidad a declarase autónoma en materia de gobierno interno en 2003. En 2001 el gobierno dio la contrareforma de su ley indígena y nos traicioné de los acuerdos de San Andrés, que los hicimos nuestra ley para la autonomía. No vamos a esperar que nos resuelvan. Nos queda fortalecer la autonomía en los hechos. Menciona las experiencias de Xochistlahuaca y Zirahuén, también herederas de la autonomía zapatista en Chiapas.

Ahora, todos los wirrárika deben unirse para defender el desierto sagrado de Virikuta, a punto de ser invadido por una minera canadiense, apunta De la Cruz. Por esto, Refugio Serrano, nahua de Santa María Ostula, Michoacán, insiste en la necesidad de una ley de los pueblos indígenas.

Vicente Paredes, de los coca de Mezcala, en el lago de Chapala, expone cómo han resistido el plan gubernamental de excluirlos del lago, cobrarles por navegarlo (como lo han hecho en siglos) y reubicarlos por el bicentenario, pues su pueblo fue varias veces heroico durante las guerras de Independencia, y es reliquia histórica (o sea botín turístico).

Una vez más, los incómodos indios, con su verdad y la determinación de hacerla valer.