El amor de su vida
n acierto artístico de la realizadora neozelandesa Jane Campion (Un ángel en mi mesa, El piano, Retrato de una dama) es saber trascender en sus adaptaciones de obras literarias los aspectos meramente anecdóticos de las tramas, el acartonamiento impuesto por otros cineastas a la biografía histórica, y la sensiblería grandilocuente (grandes personajes, pasiones todavía mayores), mediante una mirada rigurosa a los conflictos de clase y género que dichas obras contienen y que invariablemente las enriquecen.
El amor de su vida (Bright Star) no es una excepción a esta regla. Su pretexto es una historia de amor (la infatuación de una joven por un poeta romántico enfermo), y su resultado final, la exploración de tejido social de una época, segunda década del siglo XIX británico, periodo de la Regencia, con el impacto de su moral rígida (próxima a la severidad victoriana) sobre los protagonistas de un drama sentimental.
El poeta John Keats (Ben Whishaw) vive con su mentor y amigo escritor Charles Armitage Brown (Paul Schneider) en una dependencia de la residencia de la familia Brawne, en el poblado de Hampstead, en las inmediaciones de Londres. Fanny Brawne (Abbie Cornish), hija de la casera, hábil en las labores de costura y amante de los libros, se libra a un cortejo muy lúdico con el poeta, bajo la mirada recelosa de Charles Brown, quien por un tiempo la considera una intrusa en el lazo laboral muy íntimo que él mantiene con Keats.
El personaje de Brown es interesante: es él quien asiste a la disciplina de su alumno aventajado, quien contrarresta con su buen humor, mundanidad y vigor el carácter introvertido de su amigo, su constitución frágil; él también quien fielmente lo acompaña a Italia cuando los médicos le aconsejan un clima más favorable para paliar los efectos de la enfermedad incurable que lo consume, la tuberculosis.
La actitud de Fanny Brawne contraviene las estrictas reglas morales de su entorno social. Se enamora perdidamente de un poeta sin reconocimiento ni fortuna, sin posibilidad por ello de desposarla. La directora Jane Campion hace hincapié en este problema de división tajante de clases que penaliza a la joven Fanny, pero que no afecta de modo alguno a un hombre, pues el poeta Charles Brown sí puede casarse, sin mayor descrédito social, con una sirvienta de la familia. También explora la manera, temeraria para la época, en que la joven pone en riesgo su reputación asumiendo un papel muy activo en la estrategia de seducción de un joven muy enfermo y de condición inferior a la suya. John Keats, poeta pobre, muere a los 25 años, sin haber conocido la fama.
Campion describe la complejidad emocional en la relación platónica del poeta y la joven Fanny, sin dejar por ello de evocar la fuerte carga erótica presente en sus encuentros, o la ambigüedad del trato de ambos con el poeta amigo Charles Brown, tercero en discordia y hasta cierto punto rival sentimental.
La manera en que presenta la cineasta la obra de Keats es también interesante, jamás acude a una retórica ampulosa ni cede al sentimentalismo o a la tentación de mostrar al poeta en su lecho de muerte. Los poemas que cita la película fluyen con naturalidad hasta integrarse a los créditos finales en los que la voz en off de Ben Whishaw recita un célebre trabajo de Keats, la Oda al ruiseñor.
La también directora de Sweetie ofrece aquí una de sus obras más logradas, un acercamiento a la biografía sentimental, al gran amor contrariado del autor de uno de los versos más citados en la historia literaria: A thing of beauty is a joy forever
(Una cosa bella es una alegría para siempre).
Con esta película concluye en la Cineteca Nacional la 52 Muestra Internacional de Cine, cuya programación fue este año rigurosa y de gran calidad artística, libre de compromisos comerciales y favores burocráticos; una verdadera Muestra de cine de autor, la más estimulante de cuantas se han reseñado en este espacio. Continúa hasta el 15 de diciembre en distintas salas del área metropolitana: consultar www.cinetecanacional.net