El Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos) no sólo fue uno de los proyectos pioneros en el ámbito de las organizaciones civiles, sino que hasta hoy ha cumplido con la tarea de socializar información importante sobre los movimientos populares que no siempre encuentra espacio en los medios.

En lo anterior coincidieron activistas por los derechos humanos, quienes ponderaron la labor de este colectivo a raíz de la muerte de su fundador, José Álvarez Icaza, la madrugada del pasado viernes.

Rocío Culebro, directora ejecutiva del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, afirmó que “Pepe, como lo conocíamos muchos, fue una de las personas que más impulsó el movimiento de las organizaciones de la sociedad civil, desde la necesidad imperiosa que era comunicar las acciones que ocurrían en las décadas de los 60, 70 y principios de los 80”.

El Cencos cumplió la labor de socializar la información que difícilmente figuraba en los medios tradicionales, retomando la voz de diversos movimientos, al tiempo que Álvarez Icaza compartió la lucha con Rosario Ibarra de Piedra e impulsó la participación de los laicos en el ámbito eclesial, expresó.

Por su parte, Luis Arriaga, presidente del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, puso de relieve el trabajo de Álvarez Icaza y la abundancia de frutos que ha producido el Cencos para el avance democrático de México, impulsando una agenda más amplia y rica en materia de libertad de expresión.

Don José siempre fue muy coherente con su compromiso con los pobres. Es importante recordar su participación como representante laico en el Concilio Vaticano II, un espacio que oxigenó mucho a la Iglesia católica en la línea de la opción preferencial por los pobres, añadió.

El Cencos nació como organización vocera del Episcopado mexicano, pero se fue transformando en un colectivo progresista después de la represión contra los estudiantes el 2 de octubre de 1968, y hoy juega un papel muy relevante en la búsqueda de justicia y el compromiso con los más necesitados, sin dejar de estar arraigada en el cristianismo, aseveró.