Uno de los casos emblemáticos del limbo en el que se encuentran los niños y adultos que tienen un padecimiento mental, o que son internados en algún centro de tratamiento como si lo recibieran, es el de la niña Ilse Michel Curiel Martínez, quien fue recluida en el albergue Casitas del Sur, en el Distrito Federal, y desapareció de dicho lugar en 2007.

En la conferencia de prensa convocada ayer, la abuela de Ilse, Ardelia Martínez Estrada, presentó el testimonio acerca de la forma en que su nieta fue internada a causa de un supuesto clima de violencia familiar, que le sirvió de pretexto a las autoridades para separarla de su madre.

Ilse entró sana, sin huellas de violencia. Ella no tenía nada, y así lo certificaron antes de que entrara ahí, pero se la llevaron acusándonos de que estaba expuesta a un entorno de violencia, cuando había por lo menos cinco personas que estaban dispuestas a cuidarla, narró la mujer.

A pesar de que la madre de la menor fue absuelta en 2006 de los cargos de supuestos maltratos en contra de su hija, las autoridades de todas formas retuvieron a Ilse, y finalmente en abril de 2007 se reportó su desaparición, sin que ninguna autoridad se hiciera responsable de lo ocurrido.

Hasta ahora no han sido entregados 12 niños, entre ellos tres hermanitos de una familia y tres de otra. La última directora con la que hablamos nos dice que ella no tiene nada que ver, y de esa manera todos los funcionarios involucrados en el caso se han exculpado, sin asumir ningún compromiso por encontrarlos.

Aunque se especuló que la niña podría haber sido llevada a la ciudad de Monterrey, o que incluso un alto funcionario del gobierno capitalino la tendría (La Jornada, 24 de julio de 2009), las hipótesis nunca fueron comprobadas.