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La ONU + 65
E

l pasado 24 de octubre la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cumplió 65 años. Lo increíble no es que haya durado todos estos años, sino que siga siendo una instancia multilateral relevante. Por supuesto que tiene sus fallas y críticos. Pero ahí está, tratando de reducir las tensiones entre los países y en el interior de algunos, y combatiendo la pobreza, el armamentismo, las violaciones de derechos humanos, las inequidades de género y un sinnúmero de asuntos que afectan a la humanidad.

La ONU nació de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial y su fundación reflejó una renovada fe en la posibilidad de crear un mundo mejor. Tres ejemplos bastarán para describir ese optimismo inicial. Primero, la ONU sería capaz de resolver cualquier problema, no sólo relativos al mantenimiento de la paz, desarrollo económico y defensa de los derechos humanos. Así, en 1958 en su canción Summertime Blues el rocanrolero Eddie Cochran señaló que para encontrar una solución justa a sus problemas de adolescencia plantearía su caso a la ONU (“I’m gonna take my problem to the United Nations”).

Segundo, Naciones Unidas podría legitimar las aspiraciones independentistas de los pueblos. Así lo haría con las colonias y así lo hizo con Israel en 1949 al admitirlo como miembro. Esa votación de la asamblea general fue transmitida en vivo a Israel, cuyos habitantes la siguieron por radio: 37 de los entonces 58 miembros en favor, 12 en contra y nueve abstenciones. Es curioso recordar esas abstenciones: Bélgica, Brasil, Dinamarca, El Salvador, Grecia, Reino Unido, Suecia, Tailandia y Turquía. Los votos negativos fueron más predecibles (Afganistán, Arabia Saudita, Birmania, Egipto, Etiopía, India, Irak, Irán, Líbano, Pakistán, Siria y Yemen).

Tercero, la ONU se convertiría en una instancia superior al Estado-nación. Quizás no llegaría a ser un gobierno mundial, pero sería una institución que lograría atraer la devoción de los individuos. Así, al discutirse los privilegios e inmunidad de los funcionarios de la nueva organización, el delegado británico insistió en 1946 en que deberían asegurar que la secretaría pudiera desempeñar sus funciones de manera independiente, imparcial y eficiente. Y agregó que la lealtad de una persona a su país de origen era muy importante, pero, en la medida en que el mundo avanzaba, quizás habría una lealtad aún mayor: la lealtad a la ONU.

Esa lealtad mayor aún no ha cuajado. La culpa la han tenido los estados que la integran y las personas que la han encabezado. Los estados no han querido ceder su soberanía a una supuesta entidad superior. El cargo de secretario general se ha adaptado casi siempre a las exigencias mezquinas de los estados, sobre todo los más poderosos. Así, ese funcionario resultó más secretario que general.

¿Cómo medir el éxito (o fracaso) de la ONU? Sus principales metas fueron cuatro: mantener la paz y seguridad internacionales y procurar el desarme; fomentar el desarrollo económico de los países, sobre todo los más atrasados; asegurar la libre determinación de los pueblos, y defender los derechos humanos. De las cuatro, puede enorgullecerse de su papel en el proceso de descolonización. En efecto, facilitó la independencia de casi un centenar de naciones. Desde luego que hubo casos, como Vietnam, en que no hizo nada. Las potencias coloniales se comportaron de manera desigual. Algunas (Bélgica y Portugal) se resistieron a perder sus colonias, mientras otras (Reino Unido) asumieron una actitud más positiva.

Naciones Unidas ha logrado resultados positivos en la defensa de los derechos humanos. Desde la declaración universal de 1948 sobre la materia hasta la recién creada oficina para la equidad de género (encabezada por Michelle Bachelet), ha ido logrando avances no tan pequeños en la materia. Hubo casos vergonzosos, como su silencio en torno a ciertas situaciones como la guerra sucia en Argentina.

La ONU ha fracasado, en parte, en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, y el consejo de seguridad nunca asumió su papel en materia de desarme, aunque en años recientes ha participado activamente en la aplicación de medidas contra el terrorismo internacional.

En el campo del desarrollo económico ha cedido su papel a otras instancias internacionales, algunas bajo su tutela, como el programa de la ONU para el de-sarrollo, y otras al margen de ella, como la Organización Mundial de Comercio.

Hoy ha aumentado la actividad del consejo de seguridad y veremos si logra su acometido, como en el caso de las elecciones del 9 de enero acerca del futuro de Sudán. Por su parte, la asamblea general sigue ofreciendo un foro único a los dirigentes políticos de los países y hoy tiene una agenda muy nutrida, empezando por el seguimiento al logro de las metas de desarrollo que se fijó en 2000 para el milienio.

Pero seguimos conociendo poco a Naciones Unidas. He aquí unas cuantas preguntas:

1) ¿Cuántos estados son miembros? ¿89, 151, 192 o 211?

2) ¿Por qué tiene su sede en Nueva York?

3) ¿Qué hizo la ONU en las guerras de Corea y Vietnam?

4) ¿Quién ha sido su mejor secretario general?

5) ¿Qué países son miembros permanentes del consejo de seguridad con derecho a vetar sus decisiones? ¿Qué naciones quisieran ingresar a ese club?

Respuestas: 1) 192; 2) porque Rockefeller donó los terrenos para construir el edificio; 3) luchó ilegalmente en Corea y guardó silencio respecto de Vietnam; 4) Dag Hammarskjöld, seguido de U Thant; 5) China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia; los aspirantes incluyen a Alemania, Japón, Brasil, India y, en menor grado, Nigeria y Sudáfrica.