Autogol de Duilio Davino dio la ventaja a los Guerreros
Tras una lesión Guti Estrada volvió en grande a la cancha
Viernes 3 de diciembre de 2010, p. a50
Torreón, Coah., 2 de diciembre. Santos acaricia el título; lo huele, lo anhela. Está a sólo 90 minutos. Venció 3-2 al Monterrey en el partido de ida por el título Apertura 2010 y deberá definir todo en la casa de los Rayados.
Las anotaciones de los Guerreros fueron de Iván Estrada, al minuto 22, Darwin Quintero (41) y autogol de Duilio Davino (85), mientras por La Pandilla marcó Humberto Suazo (37) y Neri Cardozo (54).
Monterrey tuvo un inicio explosivo, quiso sorprender con preciso servicio al Chupete Suazo, quien no alcanzó a puntear, pero los de La Comarca Lagunera se llevaron un buen susto del que tardaron en reponerse, tras una nueva arremetida rayada, en la que el portero Oswaldo Sánchez se vio titubeante, aunque enseguida en nueva embestida de la visita capturó un riflazo de Jesús Zavala.
Hasta el minuto 16 el ataque santista dio señales de vida. Fue un remate de Francisco Torres que exigió gran estirada del guardameta Jonathan Orozco.
La tensión se rompió en el graderío con el grito alentador de ¡Santos!, ¡Santos!
, pero la dupla Benítez-Quintero no lograba pesar. Por momentos Duilio Davino se convertía en la sombra del ecuatoriano Benítez, quien tanteaba el terreno hasta que encontró fragilidad entre la novatez de Hiram Mier y el errático Walter Ayoví.
En un avance al minuto 22, Benítez sirvió hacia la derecha para el Guti Estrada, quien reapareció tras una lesión y mostró su inmejorable forma al definir desde el costado y establecer el 1-0 que hizo volar papel picado por los aires.
Rubén Omar Romano, técnico de los Guerreros que seguía las acciones de pie y casi al borde del rectángulo de cal, explotó en el festejo.
El cuadro de Torreón estuvo cerca del segundo cuando el árbitro Marco Antonio Rodríguez se comió un clavado de Benítez; Daniel Ludueña fue al cobro y su envío pasó rozando el ángulo superior derecho de la portería.
El rayado Aldo de Nigris respondió con un tiro que pegó en un costado de la valla, por fuera. Para entonces la barra Adicción, seguidora de La Pandilla, peleaba con los uniformados que los custodiaban y muchos no pudieron ver el golazo que anotó el Chupete tras un balón que le cedió De Nigris, quien tuvo una gran actuación.
Pero Santos de nuevo contó con la inspiración del diminuto Estrada, quien desde el carril derecho envió un preciso centro hacia el atento Quintero. El colombiano asestó preciso cabezazo y los laguneros retomaron ventaja al minuto 41.
En la recta final del primer tiempo salió lesionado el lateral del Monterrey Ricardo Osorio, dolido del tobillo izquierdo, y su lugar lo ocupó Sergio Pérez.
En el complemento ambos apretaron las marcas, pero los dirigidos por Víctor Manuel Vucetich mostraron mayor determinación al pelear cada balón.
Suazo cabeceó casi a bocajarro y Oswaldo ahuecó el cuerpo para aquietar la pelota. Sin embargo, la zaga local se mostraba insegura y Monterrey logró de nuevo el empate.
El santista Fernando Arce retrasó el esférico para el uruguayo Jonathan Lacerda, quien en vez de reventar se quedó petrificado y como un ciclón llegó De Nigris para despojarlo; avanzó por el centro y disparó, pero Oswaldo rechazó sin fortuna porque el rebote le cayó al argentino Neri Cardozo, quien hizo un implacable tiro para el 2-2.
Calculador, frío, dosificado, Vucetich sacó a De Nigris y a Neri Cardozo. La afición de los Guerreros seguía el juego en silencio, como hipnotizada y lamentando la notoria ausencia de Juan Pablo Rodríguez.
El alboroto resurgió con el ingreso del Pony Ruiz, y la suerte, la euforia y la esperanza se reinstalaron en el Nuevo Estadio Corona con el autogol de Duilio Davino, al minuto 85.
José María Cárdenas centró desde la izquierda y Davino se estiró al máximo para desviar; tocó ligero, el balón pegó en el poste izquierdo y entró para el 3-2. De allí en adelante todo fue cantos, saltos, agitación de brazos y sonrisas.
Pero el espectáculo también estuvo en las tribunas, aunque duro poco, pues los guardias de seguridad del estadio sacaron a una aficionada que festejaba levantándose la camiseta, sin dejar nada a la imaginación.