n su toma de posesión, el nuevo gobernador de Oaxaca prometió que durante su mandato no habrá impunidad; que quienes hayan violentado los derechos humanos o ignorado a la justicia serán sancionados conforme marca la ley. Será ésta la que señale y castigue a los culpables, ajena a intereses políticos o personales. Dijo que nunca más habrá un gobernador que abuse del poder público en beneficio personal o de un grupo a costa de los intereses de la población oaxaqueña. Gabino Cué deberá sortear innumerables obstáculos antes de hacer realidad las anteriores y otras promesas, pues son conocidos los intereses de los partidos que formaron la alianza que lo llevó al triunfo. Y también, los del que por ocho décadas gobernó la entidad.
Mientras los politólogos se encargan de mostrar los poderosos intereses que enfrentará para hacer de Oaxaca ejemplo nacional en observancia de la ley y lucha contra la desigualdad, quiero referirme a la necesidad de que, como parte de esa tarea, se ataquen los severos problemas ambientales que padece dicha entidad. Ésta cuenta con una importante biodiversidad, con especies que no existen en ninguna otra parte del mundo. Posee ricos ecosistemas, lo mismo en la franja costera que en sus valles y montañas.
Todos ellos son fundamentales para garantizar la base económica de sus habitantes y para contrarrestar los efectos nocivos del cambio climático. Tan variada gama de recursos ha sido cuidada y utilizada durante siglos por los grupos indígenas, que conocen las propiedades de las plantas y la importancia de la fauna y el medio en que viven, aunque por pobreza y por intereses de unos cuantos con frecuencia los destruyan. Además, tienen al maíz, el auténtico, en la base de su alimentación y su cultura.
Sin embargo, ese patrimonio natural se ha visto diezmado por erróneas políticas agropecuarias, la deforestación alentada a veces desde el propio gobierno, la contaminación de los ríos; por el crecimiento anárquico de sus centros urbanos, cuyo mejor ejemplo es la ciudad de Oaxaca. Dentro de todos los problemas que exigen atención urgente destaco el de los bosques y el agua, íntimamente relacionados. Está comprobado que buena parte de los desastres que periódicamente causan las lluvias y los huracanes en Oaxaca (y que suelen atribuirse a fenómenos naturales
) se originan en la falta de cubierta vegetal en las partes medias y altas de su orografía, al azolve de los ríos y sistemas de captación de agua por la erosión que deja la deforestación y el mal uso de la tierra; a la nula planeación de los asentamientos humanos; a la obra pública mal hecha, fuente de enriquecimiento de funcionarios, familiares, amigos y caciques regionales y locales.
Igualmente está comprobado que cuestan menos y son más efectivos los programas para cuidar y acrecentar los bosques, utilizar racionalmente el agua y regular el crecimiento de los asentamientos humanos, que resolver de mala manera los problemas ligados a la deforestación, la contaminación del agua y el crecimiento explosivo de las poblaciones. Esos programas son todavía más efectivos si forman parte del combate de la pobreza y la desigualdad social y económica.
Y para lograrlo se requiere la efectiva participación de la gente del campo y las ciudades, pues es la que sufre directamente los efectos de la devastación ambiental y la contaminación. Junto con los especialistas, centros de investigación y grupos ciudadanos que trabajan en Oaxaca (muchas veces en medio de dificultades y la incomprensión de los funcionarios) en pro del medio ambiente, son los mejores aliados en las tareas para hacer realidad las ambiciosas metas que promete alcanzar la nueva administración.
Al respecto, esperamos que nunca más desde el gobierno se aliente el linchamiento mediático contra los defensores del patrimonio natural y cultural de Oaxaca. Fresca está en la memoria del país los ataques de que fue víctima el incansable promotor cultural y mecenas Francisco Toledo (el artista plástico más importante del México actual) y quienes trabajan con él, por parte de la camarilla que desgobernó la entidad en el pasado reciente.