os más conspicuos comentaristas políticos han dicho que Barack Obama cedió a los chantajes republicanos al suscribir el acuerdo que prolonga la disminución de impuestos decretada por George W. Bush hace 10 años. Obama es ingenuo si piensa que así los conservadores cesarán de obstaculizar sus iniciativas para deteriorar su imagen y evitar que se relija en 2012. De continuar por esa ruta, concluyeron, puede perder la base liberal que fue determinante para su elección en 2010, concluyeron.

Los demócratas de la cámara baja se rebelaron y votaron en contra de él. En el Senado la cuestión no es menos complicada: los demócratas, que en estos dos años han apoyado al presidente en sus iniciativas, dijeron que esta vez votarán en contra porque es una concesión excesiva a los republicanos y a los multimillonarios que se beneficiarán.

Para muchos compañeros de partido de Obama es incomprensible que capitule en su promesa de cambio en las primeras escaramuzas con los republicanos que han utilizado los medios para desvirtuar ésta y otras propuestas de su campaña a la presidencia. No entienden por qué ha dejado la iniciativa al bando contrario y se abstiene de denunciar en forma enfática que la extensión de los impuestos favorece a quienes reciben ingresos por arriba de un cuarto de millón de dólares, y aumenta miles de millones de dólares al déficit del que se quejan los republicanos. Es inadmisible, dicen, que hayan condicionado, para extender el seguro de desempleo a 15 millones de desempleados por otros 13 meses, que se condone un aumento de impuestos al 2 por ciento más rico del país.

De no aprobarse al menos otros dos años la reducción de impuestos, los republicanos no discutirán ni aprobarán: la extensión al seguro de desempleo, la libertad de gays y lesbianas para declararse como tales en el Ejército, la denominada Dream Act –mediante la cual jóvenes que carecen de documentos migratorios pueden regular su estancia en el país si cursan la universidad o sirven en el Ejército– y el tratado de reducción de armamentos con Rusia.

No parece que 2011 será buen año para la causa liberal. Quizás los republicanos fueron los primeros sorprendidos cuando, en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Obama cedió el podio a Bill Clinton. Tal vez vieron un simbolismo de que su lucha para derrotar a Obama caminaba más rápido de lo que imaginaron.

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