Opinión
Ver día anteriorMartes 14 de diciembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Apremia la renuncia de Ortega y sus chuchos

Trabajo independiente en el PRD-DF

L

a presidencia de Jesús Ortega en el PRD, que no puede ir en declive porque hace mucho tocó fondo, la cual sólo ha servido para dividir aún más a ese partido, debe terminar. Una y otra vez explicamos en este espacio que las intenciones de Ortega, como las de cualquier empleado barato, no eran otras que quedarse en el lugar donde lo impuso el aparato electoral de Felipe Calderón, y la abulia de Alejandro Encinas.

Ya no se trata nada más de los intereses de esta u otra tribu. Esta vez está en riesgo, en buena parte, el proyecto de país por el que han trabajado algunos de los líderes de la organización política, y por ello, o junto con ello, el futuro del juego político de todo el país.

El rumbo que tomó el PRD en manos de Ortega, Navarrete, Zambrano y Arce –que ya no está formalmente dentro de ese partido, pero servirá para lo mismo–, tiene como meta integrarse al proyecto neoliberal que convierte a la izquierda en un remedo de sí misma, para tratar de hacer creíble el discurso de la democracia en manos y micrófonos de la derecha.

Permitir que Ortega cumpla con la tarea de destruir al PRD y dejarlo a la cabeza de ese partido, sería tanto como conceder a la derecha –panista y priísta–, la satisfacción de tener a un partido a la venta que cualquiera de los dos pueda adquirir en venta de garaje cada que se les antoje, o lo necesiten.

Ortega y su grupo han hecho mucho daño al PRD. Si algún nombre y apellido debe tener el rompimiento interno en ese organismo es el de Jesús Ortega. Por eso hoy, las tribus, casi todas, trabajan en el proceso que desemboque en la salida, cuanto antes, de Ortega, lo que no parece tarea fácil, dados los apoyos extra PRD que tiene el falso liderazgo de Ortega.

De cualquier forma, parece que en los próximos días arreciarán las manifestaciones públicas de quienes quieren devolver al PRD a sus intereses primeros, y con ello reconquistar el partido para la izquierda.

Pero cuidado, hay también otros que miran al PRD como enfermo y desahuciado. Nada se puede hacer por él, nada se va a hacer por él, y tienen en mente formar un nuevo organismo que dé forma a la izquierda que los chuchos han jurado moldear para los intereses de la derecha. Y eso está muy bien, pero antes deberán recuperar el PRD.

Por eso, seguramente, es que en el PRD del DF, que encabeza Manuel Oropeza, existe un ánimo de independencia que se muestra cada vez con mayor fuerza entre la militancia. Por lo pronto el perredismo citadino rechaza totalmente las alianzas que pretende el PRD de Ortega y sus secuaces, además dice tener cero acuerdos con cualquiera de los chuchos, y contrario a ellos, lleva meses haciendo trabajo hacia las bases del partido, tarea olvidada por Nueva Izquierda, que mantiene que el voto es de quien lo compra.

Total, según se dice en ese PRD, no se aceptará, diga lo que diga la Nueva Izquierda, a ningún candidato que no demuestre un trabajo bien cimentado dentro del partido, y claro, que ese trabajo tenga que ver con la izquierda. En fin, ya se tendrá que ir dando la ruta del PRD del DF, que sin declararlo va logrando su independencia. Vamos a ver si se salva.

De pasadita

Aunque hay quien diga que las comparaciones son odiosas, para otros son la mediciones más exactas que se pueden obtener. Por ejemplo. Hace unos días el secretario de Trabajo en el DF, Benito Mirón, convocó a los principales líderes sindicales de la ciudad a una reunión muy interesante, no sólo por lo que ahí se dijo, sino por lo que significó. Mientras, por las mismas fechas, el secretario de Obras del gobierno de la ciudad, Fernando Aboitiz, citó a los reporteros que informan sobre lo que pasa en esa dependencia a un desayuno en uno de los salones de un importante hotel. Dicen que al convivio sólo asistieron los despistados.

Dicen también que en uno y otro acto, los funcionarios perseguían el mismo fin, y que el fracaso del de Obras se contará entre los más sonados. Lo mejor será que de una vez le mida el agua a los elotes, y se convenza de que lo suyo no está en el ámbito de la popularidad. Ni modo.