e acuerdo con la distorsionada tradición navideña, el pasado sábado inició un interrumpido periplo de fiestas entre el 12 de diciembre (comercializada conmemoración de la aparición de la Virgen de Guadalupe) y el siete de enero (que triste ya no creer en los Reyes Magos y más triste aún para quienes ya no los tenemos en vida). Sin embargo, después de una racha devastadora de festejos, para algunos estas fechas decembrinas esperaríamos fueran de descanso para nuestra castigada humanidad.

Hace más de un mes que se celebró la Feria del Libro de Oaxaca, en la que participamos en la presentación del título DF confidencial (crónicas de delincuentes, vagos y demás gente sin futuro), editorial Almadía, de JM Servín, compartiendo mesa con el periodista y narrador Alejandro Páez; yo en mi calidad de vago sin futuro. Ahí elogiamos a nuestro querido amigo Servín, gran cronista de esta ciudad sin tiempo que sobrevive en las sucias calles del más profundo México chilango. Pero en realidad fuimos invitados a Oaxaca por el generoso director de la feria, el también editor Guillermo Quijas, quien ha sabido potenciar este encuentro literario en el que todos sus participantes disfrutan de generosas fiestas interminables, precisamente con el simple motivo de compartir la fraternidad de la vida con el mejor pretexto posible que son los libros y la cultura. Nos despedimos en la terraza de Casa Oaxaca en estado de iluminación y a punto del desmayo. Desde luego que el dios Baco siempre estuvo allí para concedernos la inmortalidad.

La Off FIL-Guadalajara tiene su historia

No es verdad el fácil lugar común que vociferan algunos aburridos críticos de la vida cultural, al considerar que en la FIL de Guadalajara ya no pasa nada nuevo y mucho menos al centrar su interés en los nombres de relumbrón, pues esta descomunal concentración de veleidades puede ser una babel burocrática o una divertida fiesta de encuentros entrañables (cada quien hablará como le fue en la feria). Pero no es difícil advertir que lo mejor ocurre tras los reflectores. 

En esta ocasión tendré que referirme a la única actividad a la que fui convocado, no por la FIL, instancia de la que alguna vez fui participante consentido, inclusive me enorgullece recordar que hace ya varios años propuse la creación del premio Fernando Benítez, que en esta ocasión homenajeó al poeta y sabio humanista (aun cuando pareciera pleonasmo es necesario acotar lo humanista en tiempos de barbarie), Hugo Gutiérrez Vega. Llegué a Guanatos directamente a la legendaria cantina La Mutualista, en donde una vez más nos encontramos en la misma mesa (de cantina) con el escritor Guillermo Fadanelli y el crítico de rock Enrique Blanc, para recordar que el primer espacio para alternar con la FIL oficial fue esta vieja cantina (ahora cualquier advenedizo se siente con derecho a ser alternativo sin arriesgar nada).

Celebramos efemérides del viejo y nuevo undergound: los 20 años de la primer novela de Fada: El día que la vea la voy a matar y los 22 de la inútil revista Generación. Casi todos llegaron tarde, como siempre, pero como siempre llenamos el lugar. Ahí estaban amigos entrañables. Para no dejar a nadie afuera sólo dejo a uno adentro, al gran pintor Daniel Lezama y a su cofradía de Mantarraya ediciones (saludos a Antonio Calera), que aquella madrugada me obsequiaron sus nuevas publicaciones: Querido, homenaje a Juan Gabriel, por ejemplo, en donde se reúnen lucideces literarias en instantes al nivel del gran Juanga. Faltaron y sobraron, pero fue afortunada la promiscuidad literaria inventada en nombre del icono-filósofo-compositor-cantante-¿gay de closet?, ¿a quién le importa?, aquí unos nombres: Juan Carlos Bautista, Julián Herbert, José Eugenio Sánchez, Pablo Soler Frost, Hernán Bravo Varela, Érik Castillo y María Rivera, entre otros. Por cierto estas publicaciones se presentaron el pasado miércoles 15 en la Casa del Poeta.

Nueva imagen de Ediciones Arlequín

Entre la perdición de las madrugadas, me di tiempo de caminar por el laberinto borgiano de la FIL. Conocimos la nueva imagen de la editorial independiente de Jalisco, Arlequín, que entre sus títulos recientes exhibió la más reciente novela de Arturo Verduzco Godoy. Por su parte Alejandro Zenker continúa con sus Ediciones del Ermitaño y desde luego fue muy celebrada la aparición del bello libro que reúne lo mejor de la fotografía publicada en La Jornada a lo largo de su historia.

Las memorias de José Agustín

El escritor José Agustín ya no llegó a la FIL para presentar su más reciente libro Diario de brigadista (publicado por la muy activa editorial Mondadori). Tuvimos el placer de conversar largo y tendido (en el trayecto de Cuautla al DF) con el autor de La tumba y nos contó que su nuevo libro consiste en un diario en el que fue registrando sus aventuras de adolescencia en la isla de Cuba (recién había triunfado la revolución), país al que pudo llegar aun siendo menor de edad y para lograrlo tuvo que casarse, por mero trámite administrativo, con su amiga Margarita Dalton. José Agustín se llena de carcajadas al evocar aquellos tiempos de rebeldía y atrevimiento. También bajo el sello de Mondadori se publicó hace unos días la novela Daikiri, de Luis Muñoz, y una investigación que hace públicos documentos secretos del ejercito mexicano, del periodista Juan Veledías.

Otros libros, fiestas y posadas

Por más que nos escapamos, los pretextos para celebrar nos persiguen (¡Qué sacrificado!). Hace unos días el prolífico filósofo e iconoclasta crítico de arte Jorge Juanes presentó su más reciente ensayo entorno al pensamiento de Adorno. Nos cuenta el autor de Pop art y sociedad del espectáculo que en los dos últimos años ha publicado al menos ocho libros y los que faltan. Ya nos invitaron a una fiesta el 16; también el primer día de posadas habrá una exhibición-venta de la obra de Malena Díaz en Michoacán 110-701, col. Condesa. Para el 18 se anuncia posada y venta de arte en El Tarragona (Alvaro Obregón y Tonalá). Esta semana brindaremos con los amigos del Fideicomiso del Centro Histórico. ¡Feliz Navidad!

de_generacion3@hotmail.com