Moscú, 20 de diciembre. Tras los comicios del pasado domingo, el presidente Aleksandr Lukashenko se proclamó ganador y se prepara para iniciar su cuarto periodo al frente de Bielorrusia, mientras la oposición denuncia fraude y sufre una dura represión.

Los observadores extranjeros aportan poco para saber qué ocurrió en realidad el domingo. Como suele suceder, los enviados de la antigua Unión Soviética aprobaron la votación y los de la Unión Europea la descalificaron, sobre todo el recuento de sufragios.

La Comisión Electoral Central de Bielorrusia dio a conocer este lunes que después de concluir el escrutinio Lukashenko obtuvo 79.67 por ciento de los votos depositados.

Siete de los nueve candidatos presidenciales, y cientos de sus seguidores, acabaron hoy en la cárcel y, según Lukashenko, no van a salir en mucho tiempo.

Cuando las encuestas a pie de urna dieron ayer que ninguno de los aspirantes sacaba 50 por ciento y que tendría que haber una segunda vuelta con los dos más votados, durante algunas horas prevaleció el silencio hasta que se anunció oficialmente el triunfo abrumador de Lukashenko.

Miles de opositores salieron a protestar, las autoridades hablaron de intento de golpe de Estado y lanzaron contra ellos a las unidades antidisturbios que, con lujo de fuerza, dispersaron a los inconformes.

Periodistas locales y extranjeros, a pesar de estar debidamente identificados, padecieron en carne propia los excesos de la policía, que repartió golpes a diestra y siniestra.

La oposición alega que agentes de la seguridad del Estado rompieron los cristales de la casa de gobierno y alentaron a la multitud a tomar por asalto el edificio.

Las autoridades lo niegan y utilizaron los disturbios para arremeter contra los adversarios de Lukashenko, la mayoría detenidos en sus casas durante la madrugada.

Después de 16 años en el poder, Lukashenko, guste o no, se dispone a tomar posesión como presidente para un nuevo mandato el próximo 19 de febrero.