El 80 por ciento de la población no distingue entre leche pura de vaca y fórmulas lácteas, lo cual favorece la venta de alimentos adulterados, dijo Álvaro González Muñoz, dirigente del Frente Nacional de Productores de Leche.

Al concluir el recorrido que realizó a lo largo del país durante dos meses junto con integrantes de la agrupación, comentó que dicha situación perjudica a pequeños y medianos productores, quienes pugnan por un pago de al menos 5.50 pesos por litro para cubrir costos de producción y tener una ganancia mínima.

Las mayores irregularidades se presentan en ciudades medianas y pequeñas comunidades, donde las dependencias estatales responsables de aplicar medidas de orden sanitario y control de precios no cumplen su función, principalmente por desconocimiento y falta de capacitación del personal responsable de estas operaciones.

La norma oficial mexicana 243 de la Secretaría de Salud únicamente favorece la industria de los derivados de lácteos. Las importaciones son sueros que se enriquecen con nutrimentos, por eso los 600 mil pequeños y medianos productores insisten en demandar a las autoridades que den preferencia a los productos de fabricación nacional y no a los adulterados. Insistió en que la mayoría de los yogures, cremas y mantequillas están adulteradas.

Agregó que en el recorrido, los integrantes del frente detectaron adulteraciones en derivados de la carne de cerdo –jamones, chorizos, longanizas y salchichas–, y también en los publicitados jugos naturales de frutas, que en realidad son elaborados con esencias artificiales y azúcar.

Comentó que la agrupación promoverá ante los gobiernos de Querétaro, Jalisco, Guanajuato, Hidalgo y de la ciudad de México que autoricen la instalación de módulos de información sobre la calidad de la leche natural.

Respecto de la oferta de embutidos que se venden como derivados del cerdo, porcicultores demandaron que la norma sea más estricta en la elaboración de dichos productos.

En cuanto a producción, asentaron que el año pasado se obtuvieron un millón 162 mil 135 toneladas, mientras al cierre de 2010 se prevé un millón 160 mil 782 millones de toneladas, lo que no justifica el aumento de las importaciones, que son de 672 mil toneladas y que podría llegar a un millón 65 mil toneladas si no se hace algo para detenerlas.

Algunas empresas han salvaguardado su actividad por las exportaciones cárnicas, pero la dependencia del exterior en granos forrajeros, sobre todo de maíz, aumenta el déficit de la balanza agroalimentaria.

De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, por cada dólar que ingresó en 2009 por venta de maíz salieron cerca de 21 para complementar la demanda nacional de 10 millones de toneladas.